Teología en clave Social y Espiritualidad

Hacia una Antropología Mística en la Misión

En este artículo, quiero presentar y compartir las líneas o claves de fondo que se encuentran en mi Tesis de Licenciatura en Teología Sistemática, que acabo de defender en el Instituto Superior de Teología de las Islas Canarias (ISTIC, Sede Gran Canaria), donde además enseño e investigo en dichas líneas y temáticas. Tarea que compagino con mi trabajo en la dirección del Centro Loyola, Centro Fe-Cultura-Justicia de la Compañía de Jesús en Canarias, que es motivo de inspiración, desarrollo y profundización de dicha tarea. En toda esta docencia e investigación, tarea y trabajo se trata de servir a Dios en Jesús y su Proyecto de Reino, colaborando en la misión de la Iglesia. Con el dialogo entre la fe y la cultura desde el amor fraterno y solidaridad, la justicia social e internacional, con los pobres de la tierra, y ecológica, con el respeto y cuidado de la tierra, en el dialogo y encuentro con las culturas y religiones. Tal como nos enseña el Evangelio, la Tradición y el Magisterio de la Iglesia, por ejemplo la conocida como Doctrina Social de la Iglesia.

Todo ello es constitutivo de la entraña y perspectiva de la misión de la Iglesia, que existe para evangelizar. La Iglesia es, en su corazón mismo, misionera en el Anuncio, Celebración y Servicio al Evangelio del Reino de Dios en Cristo, que nos regala el Don (Gracia) de la salvación liberadora e integral en el amor y perdón, paz y justicia con los pobres. Como se observa, se trata de todo un método (camino) y perspectiva teológica, teologal, espiritual y social, en el encuentro entre la fe y la razón. Con un enfoque interdisciplinar, empleando las mediaciones humanas como son la Filosofía y las Ciencias Sociales. Lo cual posibilita el encuentro entre el Evangelio y la realidad, la encarnación del Reino y su justicia liberadora con los pobres en el mundo y realidad socio-histórica.

Como se observa, la teología y la misión de la Iglesia está transida de la experiencia del encuentro con Dios y el ser humano, de comunión con el Misterio en Cristo y la humanidad. Como nos enseña la Iglesia y los santo/as, los maestros espirituales y de la teología, la mística y espiritualidad es el agua viva que nutre la reflexión teológica, es el alma de la misión del Reino. La teología y misión de la Iglesia se alimenta de la existencia y unión con Cristo, Dios Encarnado en lo humano y en la vida, en la realidad social e histórica. Se trata de contemplar y de celebrar, de servir y vivir desde la Gracia del Dios Padre-Amor y Bondad que se nos Revela y Manifiesta, como Sacramento Original, en Cristo y su Espíritu, Presencia del Dios del Amor y de la Vida en la historia. El Don del Espíritu Santo que nos habita y anima, que nos da vida y vivifica, nos regala su salvación como hijo-as de Dios. Es el Espíritu que nos regala la Gracia de la salvación en el amor fraterno desde los pobres, nos justifica, en el regalo de su justicia liberadora de todo pecado, mal e injusticia.

En donde, lejos de todo espiritualismo o secularismo, desde la gramática de Jesús, Verbo Encarnado, existe una unión, sin confusión ni división, una comunión en la diversidad entre: lo inmanente y lo trascendente; lo natural y lo sobrenatural; lo divino y lo humano; la salvación y la historia en la liberación integral; lo espiritual y lo material-corporal; lo místico y lo ético-político; la oración y el compromiso social por la transformación del mundo; la contemplación y la lucha por la justicia liberadora con los pobres. Se trata de vivir el don de la santidad en la vida afectiva y teologal desde la fe, la esperanza y el amor que bebe y saborea de la fuente del Dios Comunión y Amor. El Dios Trinitario que es la entraña y modelo de la humanidad e iglesia. De esta forma, la misión de la iglesia se enraíza en esta espiritualidad y antropología mística, sacramental e integral. Un amor-caridad que es inseparable de la justicia y constitutivamente social, pública y ética-política. Es la caridad política, ese amor más universal y efectivo que busca más bien, el bien común y la justicia con los pobres. El amor liberador que lucha contra toda realidad, relación y sistema injusto, contra todo mal y pecado que no es solo personal.

La injusticia, el mal y el pecado que cometemos van incrustándose en la realidad e historia, y se convierte en pecado social, histórico y comunitario. Son las conocidas como estructuras de pecado, la cultura del mal y las estructuras sociales, políticas y económicas que causan desigualdad e injusticia en forma de hambre, pobreza y exclusión social. Estas estructuras de pecado generan más deshumanización, mal inmoralidad que lleva a aumentar el pecado personal, el egoísmo y sus ídolos del poder y la riqueza, de ser rico que es inmoral y anti-evangélico. La Iglesia es, en Cristo, el símbolo de la comunidad del Reino, el sacramento del Reino y de la salvación universal, liberadora e integral de todo pecado, mal e injusticia. La Iglesia es ícono de la Trinidad, del Dios Comunión y Solidaridad. El Misterio del Dios Trinitario es el alma y paradigma de la Iglesia y su misión. Como sacramento de comunión con Dios y de unidad fraterna de la humanidad, la iglesia está llamada a significar, trasparentar y realizar este amor fraterno, paz y justicia en el mundo e historia; a luchar contra toda división, desigualdad e injusticia.

Es la Iglesia del amor, Iglesia pobre, Iglesia de los pobres que, como sacramento de Cristo, son los sujetos y principales protagonistas de la misión evangelizadora, de su promoción y desarrollo liberador e integral. Todo ello es el sentido de los sacramentos, como son los principales del Bautismo y la Eucaristía, sacramentos de la salvación liberadora en el amor y justicia con los pobres. El sacramento de la Eucaristía va unido de forma co-sustancial a ese otro sacramento que son los pobres, donde está presente Cristo Pobre y Crucificado, y nos implica en ese amor fraterno y compromiso por la justicia con los pobres: que ya nos va salvando y liberando; lo que culmina en la vida plena y eterna.


Desde estas claves socio-antropológicas, misionera y espirituales, para encarnar la evangelización y la nueva evangelización, hay que realizar una lectura creyente de la realidad. Con un discernimiento ético, moral y espiritual, para comprender los signos de los tiempos. Esto es, donde se hace presente el Espíritu y su gracia del amor y la vida, de la dignidad y la justicia con los pobres o el pecado, el anti-Reino, el imperialismo del tener y del poder. Tal como sucede hoy con la cultura e ideología que impera en el mundo, el neoliberalismo que se plasma en la estructura social y sistema político-económico dominante, el capitalismo, ya hoy global. La globalización neoliberal, el capitalismo global, que por esencia es inmoral e inhumano, es el causante del mal y pecado principal, la destrucción de la vida y dignidad sagrada, inviolable de las personas y pueblos. El capitalismo sobre todo encarna la cultura y economía de la muerte, la guerra de los poderosos y ricos contra los pobres, contra los débiles y el planeta tierra. En este marco o contexto actual se sitúa la misión de la Iglesia, como sacramento de amor y justicia. La iglesia pobre y de los pobres, profética al servicio del Reino, ha de anunciar el Evangelio de la salvación y liberación integral. Y denunciar así, testimonial y proféticamente todo este mal, pecado e injusticia como el que manifiesta el capitalismo. Con sus ídolos del beneficio, del mercado y la competividad. Ya sea esa mala respuesta al capitalismo, injusticia y mal primero, como fue el totalitarismo del comunismo colectivista, tipo leninista-stalinista, o colectivismo que en realidad es un capitalismo de estado; frente a toda injusticia y mal, venga de donde venga.

Todo este testimonio de vida en el amor, solidaridad y compromiso por la justicia con los pobres: es el primer medio de la misión evangelizadora de la Iglesia; el principal camino para que sea signo creíble, coherente con su mensaje, para que la fe adquiera credibilidad. Ya que solo el amor y la justicia con los pobres es digna de fe. Tal como nos enseña todo ello el Evangelio, la Iglesia y la teología. Como nos muestra el Concilio Vaticano II, la Doctrina Social de la Iglesia y el resto del Magisterio, como lo está testimoniando admirablemente nuestro Papa Francisco. Que esa Estrella de la misión como es María, proto-tipo de la humanidad salvada y de Iglesia, nos siga iluminando en el seguimiento de Jesús y su Reino.
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