¡Alegraos, pueblos!

Currite, populi, Monteverdi

¡Feliz martes! Eso es lo que vamos a hacer hoy, alegrarnos escuchando una música de un maestro entre maestros. Hacía tiempo que no traía por aquí su siempre sorprendente música, que nos maravilla tanto en lo grande como en lo pequeño. No en vano, en cada gota del arte de un verdadero maestro está toda su sabiduría.

Claudio Monteverdi

Vamos a estar en compañía de Claudio Monteverdi (1567-1643), compositor italiano nacido en Cremona. Su padre era químico y cirujano, de ahí que a Monteverdi le interesase desde siempre la alquimia. Su esposa, curiosamente, se llamaba Claudia Cattaneo, y era cantante; ambos tuvieron tres hijos, que no sobrevivieron a su infancia. Si Monteverdi es famoso por su ópera Orfeo, he de decir que unas pocas semanas antes de su estreno Claudia falleció tras años de enfermedad, algo que sumió a Monteverdi en una profunda depresión. Cuando fue nombrado maestro de capilla de la basílica de San Marcos, revolucionó la música en el templo, contratando a más instrumentistas y cantores y componiendo nuevas obras que aprovechasen la disposición especial del templo.

Escuchemos su miniatura titulada Currite, populi. Se trata de una composición para voz sola y continuo. Fue publicado en una colección de 1625 que fue compilada por Leonardo Simonetti, cantor de San Marcos en Venecia. Se trata de una obra llena de alegría, de las más optimistas del maestro. Comienza con un tresillo que nos urge a cantar alabanzas y aleluyas al Señor por intercesión del santo o santa que corresponda porque así debe indicarse en el canto. Se le pide protección a ese santo para que guíe nuestras vidas. Por tanto, se trata de una obra polivalente, propia de la fiesta en la que s decida cantar.

La partitura de la pieza puede descargarse aquí.

La interpretación es de Haemin Geßner (soprano) y Zorro Zin (tiorba).

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