¡Feliz lunes! El mes de julio termina con la fiesta de san Ignacio de Loyola. ¡Felicidades a todos los que viven la espiritualidad ignaciana! Una de las oraciones que el maestro gustaba de rezar era la que hoy vamos a escuchar en una música muy bella.

La música de hoy es de Franz Liszt (1811-1886), compositor austrohúngaro nacido en Raiding. Tiene el honor de haber sido reconocido por Wagner como el único que influyó en su (la de Wagner) música. Otro de sus logros es de ser el mejor pianista de la historia, gracias a su habilidad técnica y a su capacidad como showman. Precisamente desde su juventud ya mostró su predisposición como pianista y pronto ya era un prodigio. Se cuenta la anécdota de que Beethoven lo escuchó tocar el piano y, al terminar, la dio un beso al joven Liszt en señal de admiración. Sin embargo, su talento como compositor solamente emergió en su madurez. Estudió con Czerny y Salieri en Viena. Al no conseguir entrar en el conservatorio al ser extranjero, estudió privadamente con Anton Reicha.

Escuchemos su Anima Christi sanctifica me, S. 46. Es una composición para coro masculino y órgano que data de 1874. La composición es una obra prácticamente homofónica, puesto que el coro casi canta en voces paralelas en todo momento. A pesar de todo, la armonía que despliega el húngaro está llena de riqueza, hasta tal punto que esos detalles son los que con posterioridad imitaría Wagner en sus grandes óperas. Una pieza encantadora, con una oración que a san Ignacio le gustaba rezar, y que sirve para poner color a este día ignaciano.

La interpretación es del Ensemble Gilles Binchois dirigido por Dominique Vellard.