Ave Regina Caelorum

Ave Regina Caelorum, Wesley

¡Feliz sábado! Para este final de mes de febrero (duro como nunca lo ha sido) vamos a disfrutar de esta antífona propia de este tiempo litúrgico en el que ya estamos inmersos como es la Cuaresma. Es cierto que no están presentes en la liturgia (sí en la de las horas) pero bueno, la música compuesta para ella nos queda para nuestra alegría y nuestro disfrute. Imploremos hoy la protección de la Virgen con buena música.

Samuel Wesley

Vamos a quedarnos en compañía de Samuel Wesley (1766-1837), compositor británico nacido en Bristol. Su música es bastante desconocida y el apellido siempre nos lleva a la obra de su hijo Samuel Sebastian (este segundo nombre se debe a Bach). Su carrera se desarrolló principalmente como organista, instrumento del que era bastante virtuoso. Su padre, Charles, era un conocido compositor de himnos anglicanos y su tío, John, fue el fundador de la Iglesia metodista. Nuestro compositor fue un niño prodigio pero su talento para el órgano no le permitió tener ningún puesto oficial (por lo menos de relevancia). Hay quien dice que podría deberse a su duro carácter personal. Para desesperación de su tío Samuel terminó convirtiéndose al catolicismo e incluso llegó a componer una misa dedicada al papa Pío VI.

Escuchemos su Ave Regina Caelorum. La obra original, para dúo de sopranos, fue compuesta en 1781 pero, posteriormente, el compositor la adaptó para coro a cinco voces con acompañamiento del órgano. Las ingenuas repeticiones que podíamos encontrar en la primera versión se convierten ahora en unos bien sólidos contrastes entre la masa coral y los solistas. En este sentido, Wesley se las apaña para contrastar diversas combinaciones de solistas que se enfrentan a un coro compacto a cuatro voces. Una bella composición de este desconocido compositor con un ilustre apellido gracias a la música de su hijo. Por cierto, que Samuel, el padre, era conocido como el Mozart inglés.

La interpretación es del Coro del Gonville and Caius College de Cambridge dirigido por Geoffrey Webber.

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