Bach-Machella, Oratorio de Pascua, BWV 249

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¡Feliz Domingo de Resurrección! El Señor resucitó y con ellos la vida venció a la muerte. Es momento de estar alegres y de celebrar esa alegría. Una buena forma de hacerlo es mediante la música, y hoy domingo es la de Bach la protagonista.

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Ese protagonista es Johann Sebastian Bach (1685-1750), compositor alemán nacido en Eisenach. «Si miramos a las obras de Bach (un dios benevolente a los que todos los músicos deberían rezar para defenderse frente a la mediocridad) descubriremos en cada página cosas que creíamos que nacieron ayer, desde deliciosos arabescos a un desbordante sentimiento religioso más grande que cualquier cosa que hayamos descubierto. Y en sus obras buscaremos en vano nada que carezca de buen gusto» (Claude Debussy). «Bach es un coloso de Rodas, bajo el que todos los músicos pasan y seguirán pasando. Mozart es el más bello, Rossini es el más brillante, pero Bach es el más completo: ha dicho todo lo que tenía que decir. Si toda la música escrita desde el tiempo de Bach se perdiese, podría reconstruirse con todo la base que nos dejó Bach» (Charles Gounod).

Una de las grandes obras para este día es el Oratorio de Pascua, BWV 249. Fue estrenado en 1725 y dos días antes de había escuchado la Pasión Según San Juan. La iglesia resonó especialmente con esa magnífica Sinfonía inicial de este oratorio. Tras esa fanfarria inicial se llega a la melancolía con un bello Adagio, que es el que vamos a escuchar en una versión para órgano de Maurizio Machella. La música es muy delicada, y casi como una acumulación de fuerza que luego desbordará. Hay quien dice que podría ser el movimiento lento de un concierto instrumental perdido. Sea como fuera, es una verdadera belleza, que le aporta un color especial a este domingo.

La interpretación es de Maurizio Machella al órgano.

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