Bach-Tausig, tocata y fuga BWV 565

¡Feliz domingo! Terminamos agosto y termina el verano que podríamos llamar psicológico, porque ya mañana es septiembre y empieza la rutina. Qué mejor que ponerle broche con la música del siempre admirado y sorprendente maestro que nos acompaña cada domingo.

Que obviamente es Johann Sebastian Bach (1685-1750), compositor alemán nacido en Eisenach. Del maestro se ha dicho, se dice y se dirá mucho, pero es verdad que sus propios escritos son muy poco dados a obtenerse de ellos datos biográficos. Tenemos muchos que son técnicos, como aquellos informes de los distintos órganos que revisaba. Otros muchos son cartas suyas, en mayor parte aduladoras, escritas para ser tenidas en consideración por diversos monarcas, muchas veces con el objetivo de cambiar de trabajo y promocionar. No tenemos evidencias de que llegase a escribir a otros compositores contemporáneos aunque todo parece indicar que sí llegó a hacerlo. En general, solo tenemos algunas líneas que iluminen su actitud hacia su trabajo y su vida en general, y mucho de lo que podemos leer se debe a sus biógrafos y colaboradores más directos.
Ríos de tinta se han derrochado con la Tocata y fuga en re menor, BWV 565 que hoy vamos a escuchar una vez más. No hay composición suya que haya sido más interpretada y que suene en tantísimas diversas circinstancias como esta. El secreto está en ese famoso mordente inicial al que le sigue una no menos famosa serie descendente de notas. Puesto que la partitura original de Bach no se conserva, esta composición ha dado lugar a numerosas especulaciones, habiendo musicólogos que afirman que no es muy del estilo de Bach. Esas octavas que se doblan no aparecen en ninguna obra para órgano del maestro, sobre todo de las más tardías por lo que ello puede indicar que fuese una composición de su época de Arnstadt. La tocata está relacionada con el stylus phantasticus del norte de Alemania y la fuga toma su sujeto del material precedente. Vamos a escuchar la obra en la transcripción para piano del polaco Carl Tausig (1841-1871).
La interpretación es de Earl Wild al piano.