¡Feliz domingo! La semana se puede terminar de muchas formas, y la gran mayoría de ellas válidas, por lo que como lo hacemos aquí, es decir, disfrutando de la música de Bach, también es una buena propuesta. La composición de hoy nos va a hacer remontarnos a las primeras épocas del maestro, con una obra muy curiosa.

Sigamos recorriendo poco a poco la biografía de Johann Sebastian Bach (1685-1750), compositor alemán nacido en Eisenach. Dejamos al maestro cuando, al volver a Cöthen, recibió la tristísima noticia de que María Bárbara había fallecido. Para sus funerales, un coro completo (y no la mitad como era habitual) cantó, un gesto que demostraba cuán en estima se tenía a la mujer del señor Bach, que había sido hija de un buen compositor, esposa del que era por el momento el más famoso y madre de quien sería siendo uno de los mejores (Wilhelm Friedemann). Bach tuvo que volver a viajar poco después, concretamente a Hamburgo donde el famoso Matthias Weckmann había dejado una vacante. Ahí estaba también Telemann, por lo que no habría estado mal que ambos estuviesen en la poderosa localidad hanseática.

Escuchemos su Capriccio sopra la lontananza de il fratro dilettissimo, BWV 992. Se trata de las obras tempranas más conocidas y recibe una influencia directa de las Sonatas Bíblicas de Kuhnau. Se pensaba que había sido compuesta por la partida de su hermano para Suecia pero también se cree que pudo ser una obra más general, describiendo la nostalgia por la ausencia del hogar familiar. No es un capricho en estado puro sino una pieza de inspiración emocional. En su centro tiene un Lamento lleno de pena y termina con una alegre fuga con dos motivos, teniendo el contrasujeto la forma de trompa de postillón, aunque el contrapunto no es demasiado complejo. Una bella obra que aún sigue pujante en el repertorio de los más variados intérpretes de teclado.

La partitura de la pieza puede descargarse aquí.

La interpretación es de Armin Thalheim al clave.