¡Feliz domingo! Seguimos recorriendo esa serie de conciertos que Bach transcribió para teclado tomando como modelos a diversos compositores italianos. Hoy llegamos a una obra famosa, es decir, el concierto original lo es y lo sigue siendo. Bach nos ofrece otro punto de vista, siempre tan rico y siempre tan llamativo.

Vamos antes con otro pasito por la biografía de Johann Sebastian Bach (1685-1750), compositor alemán nacido en Eisenach y fallecido en Leipzig. En 1714 Bach decidió profundizar en otro tipo de composiciones que no fuesen para teclado. Su intención, obviamente, era crecer como compositor y se veía preparado para ello. Forkel nos dice que empezó sin guía aunque los nuevos conciertos para violín de Vivaldi fueron un estímulo para él; otros maestros italianos, como estamos viendo estos domingo, también supusieron un revulsivo. Según el biógrafo, «las obras de Vivaldi le enseñaron a pensar musicalmente» y le aportaron orden, coherencia y proporción. Así, Bach empezó a acercarse a la música de forma funcional, algo novedoso en él.

Disfrutemos del Concierto n.º3 en re menor, BWV 974 que transcribe el famoso Concierto para oboe de Benedetto Marcello aunque también atribuido a Alessandro. El primer movimiento es una concisa forma sonata. El segundo es el famosísimo Adagio en el que Bach nos demuestra cómo ir consiguiendo un asombroso crescendo para ser interpretado en el clave; Bach embelleció especialmente la obra de Marcello. El Presto final también es destacable y vemos cómo el alemán era capaz de comprimir perfectamente en un teclado la fabulosa obra del veneciano.

La partitura de la obra puede descargarse aquí.

La interpretacoón es de Vadim Chaimovich al piano.