¡Feliz domingo! En estos conciertos que llevamos disfrutando desde hace varios domingos vemos cómo Bach no solamente sabía adaptarse a las corrientes italianas sino que, una vez que las recorría, las dejaba con un aire renovado. Algunos originales son famosos pero, en las manos del alemán, les vemos otros matices.

De nuevo, acompañamos en el camino vital a Johann Sebastian Bach (1685-1750), maestro alemán nacido en Eisenach. De los tiempos de Weimar, en 1717, es famoso su duelo musical con el famoso organista francés Louis Marchand. Parece ser que fue organizado en Dresde por Woulmyer, maestro de la corte de Dresde. En realidad, Wolff nos dice que es posible que fuese un sabotaje al presunto nombramiento del francés como organista de la corte. Así, se invitó sin que este lo supiese (dado su carácter irascible y ególatra) a Bach para que apareciese por allí. Parece que el francés se enfadó y decidió marcharse. Seguro que, a pesar de todo, todos (incluso Bach) quedaron desilusionado porque ese supuesto duelo musical hubiera sido realmente inolvidable. Es posible que Bach se hubiese decantado por algunas de sus suites inglesas o incluso por su nunca antes escuchada fantasía cromática.

Vamos a escuchar su Concierto n.º 7 en fa mayor, BWV 978. El original es, una vez más, del veneciano Antonio Vivaldi (concretamente su RV 310 de L'estro armonico). Bach cambió la tonalidad, de sol a fa mayor, pero lo demás casi lo mantuvo intacto, bastante adecuado para una transcripción. Esto se debe a la claridad de líneas y a la armonía, rica y llena de inventiva. El primer movimiento (Allegro) está lleno de ornamentación y sigue una línea recta bastante recta. El segundo (Largo), en re menor, destaca por su cromatismo y sus acordes repetidos. Termina el concierto con un Allegro en compás ternario y una fuerza que casi nos arrolla.

La partitura de la obra puede descargarse aquí.

La interpretación es de Chiara Massini al clave.