¡Feliz domingo! Para esta solemnidad de Pentecostés vamos a escuchar de uno de esos pequeños corales del maestro alemán que tanto nos emocionan, porque en ellos vemos cómo todo su arte se pone en funcionamiento para producir una maravilla.

Antes, demos un paso más en la biografía de Johann Sebastian Bach (1685-1750), compositor alemán nacido en Eisenach. En sus años finales de Arnstadt Bach empezó a dominar técnica a técnica, género a género, de forma que se convirtió en un verdadero maestro en todo. En la década de 1720 cambió algo esta forma de componer puesto que es la época en la que Bach tenía a su disposición las cantatas, que podían ser reutilizadas y repetidas. Había otros maestros que hacían los mismo, como Telemann, Fasch o Stölzel, pero ninguno de ellos consiguió lo que alcanzó Bach. Continuamente estaba revisando sus obras, puliéndolas hasta que estaba satisfecho, a veces fijándose solamente en un detalle de la instrumentación o en algún breve pasaje. Incluso muchas veces, en sus clases, detectaba errores y los iba corrigiendo sobre la marcha.

Escuchemos su preludio coral Du Friedefürst, Herr Jesu Christ, BWV 1102, que es el número 16 de la colección de Corales Neumeister. Está compuesto en dos partes. La primera es un bicinium, es decir, una composición a dos voces, con una líneas superior que se va fragmentando sobre un bajo que progresa de forma continua. La segunda parte es un Allegro con acordes rotos casi en imitación del laúd, como si fuese una música compuesta para el clave. Ahora la melodía coral está más camuflada y el resultado global es algo sorprendente y rico, propio del maestro.

La partitura de la composición puede descargarse aquí.

La interpretación es de Hans Helmut Tillmanns al órgano.