Bach, partita BWV 825

Bach, partita BWV 825

¡Feliz Domingo de Resurrección! Hoy celebramos con alegría (porque tiene que ser con alegría, porque tenemos que tener alegría a pesar de la circunstancias) que la muerte no ha vencido sobre Cristo y este vive, igual que no vencerá sobre nosotros. Ahora empezamos con otra serie de grandes obras del maestro, piedra de toque de todos los compositores y que contiene algunas de sus composiciones más grandiosas.

J. S. Bach

Primero, algo sobre Johann Sebastian Bach (1685-1750), compositor alemán nacido en Eisenach. Cuando el pequeño Sebastian tenía nueve años su madre murió con cincuenta. Para el padre, Ambrosius, esto fue verdaderamente devastador. Un año antes había perdido a su querido hermano gemelo y finalmente Ambrosius cayó enfermo y murió justo dos días antes de su cumpleaños. Ahora quien estaba realmente devastado era Johann Sebastian y sus hermanos, que habían quedado huérfanos. De una petición de su viuda (ya que Ambrosius se volvió a casar) sabemos que esta tenía un gran gasto de medicinas, lo que podría indicar alguna enfermedad algo más larga. Por esa época habían muerto varios descendientes músicos del viejo Hans Bach, por lo que parece que la familia estaba en crisis. El conde Anton Günther von Schwarzburg-Arnstadt preguntó «si no había otro Bach disponible que quisiese hacer cargo del puesto [de Johann Christoph], puesto que debía tener otro Bach de nuevo». La viuda se lamentó: «Esto no podrá ser ya que el querido Dios ha hecho que el talento que había en la familia Bach se seque en los últimos años». Esta última afirmación era un poco injusta ya que su hijastro Sebastian tenía talento, y mucho.

Disfrutemos de su Partita en si bemol mayor, BWV 825. Toda la colección fue publicada en el Clavier-Übung, que fue iniciado en 1726. El nombre de partita es como otra forma de llamar a la suite para teclado. Esta está compuesta por siete movimientos. El primero es un praeludium, alegre y sereno, lleno de un intenso contrapunto. Como es habitual, tras esa pequeña tempestad viene la calma de la allemande, animada de todas formas y llena de detalles. La corrente siguiente es más breve pero está llena de agilidad. La sarabande siguiente pone un punto de emoción y serenidad a la suite. Destaca por su transparencia y por la tranquilidad con la que Bach expone su discurso en el movimiento más largo. A continuación vienen dos breves minuets que se siguen sin solución de continuidad y de alguna forma preparan la gigue final, como siempre llena de ritmo y de ágil contrapunto, que pone a prueba a cualquier intérprete.

La partitura de la composición puedes descargarla aquí.

La interpretación es de Scott Ross al clave.

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