¡Feliz domingo! Ya hemos terminado con las sonatas y partitas para violín solo que nuestro maestro nos dejara para nuestro disfrute. Contienen piezas maestras pero el caso es que la colección que comenzamos hoy no se queda atrás, sobre todo en los primeros compases que vamos a escuchar hoy, famosos donde los haya.

Primero hagamos los honores a Johann Sebastian Bach (1685-1750), compositor alemán nacido en Eisenach. Contrariamente a lo que muchos puedan pensar Bach nunca compuso una ópera. La razón no es que estuviesen alejadas de los cánones luteranos más ortodoxos de la época, no. Bach siempre estuvo, obviamente, contratado por diversos patrones y mecenas y tenía que satisfacer el gusto de estos para que le pagasen. Da la casualidad que ninguno de ellos estaba realmente interesado por la ópera. Nuestro maestro sí que estaba al corriente de las nuevas composiciones en el género, sobre todo las que provenía de Dresde, centro neurálgico de la música europea. Es más, Bach aprovechaba cuando podía e introducía en sus cantatas arias que algunas veces parece que están extraídas de una ópera.

Vamos a disfrutar de su Suite para violonchelo solo en sol mayor, BWV 1007. Parece que fue compuesta, junto con las demás, entre 1717 y 1723, mientras trabajaba en Cöthen, cuya orquesta de la corte tenía dos extraordinarios chelistas: Bernard Christian Linigke y Christian Ferdinand Abel. Esta primera suite se abre con ese famoso Prélude, que recuerda al primero de El clave bien temperado. A partir de ahí se van desarrollando los siguientes números con ritmo de danza que tienen frases arpegiadas y crescendos y decrescendos a gran escalas, con una estructura en general bastante compleja. Hay quien ha visto que influencia francesa o italiana en estas piezas pero casi podemos afirmar que no hay nada como esto antes de Bach y casi nada después. Los movimientos son: Prélude, Allemande, Courante, Sarabande, Menuet I, Menuet II y Gigue.

La partitura de la pieza puede descargarse aquí.

La versión es de Lucia Swarts al chelo.