¡Feliz viernes! Para ir acercándonos al fin en semana de estos tiempos tan raros, vamos a hacerlo con una obra de lo más delicado. Primero por la obra en sí y, segundo, por la propia instrumentación. Los compositores nos sorprenden a veces con grandiosas piezas y otras con una música de cámara llena de intimidad. No es nada fácil componer algo para este tipo de conjuntos tan reducidos. El compositor de hoy sale bien airoso.

Alguna vez creo que he traído algo de William Bolcom (1938), compositor estadounidense nacido en Seattle. Su producción destaca por su versatilidad ya que el maestro ha compuesto en casi todos los géneros posibles, siempre con gran maestría. Tiene como modelo a Charles Ives y procura evitar las corrientes europeas, prefiriendo la influencia del jazz, del ragtime y otros. Además, muchas de sus obras están llenas de un increíble sentido del humor, algo también poco habitual. Estudió con Milhaud y este se lo llevó a París para conocer a Messiaen. Poco a poco se fue asegurando una carrera gracias a la que ha recibido numerosos encargos. En 1988 ganó el Premio Pulitzer y desde 1973 enseña en la Universidad de Michigan como catedrático de la misma.

La obra delicada a la que me refería es Tres piezas lindas, composición de 1995 para flauta y guitarra. De ellas, vamos a escuchar la primera, titulada Canción. De nuevo apreciamos en la pieza la influencia de la música popular así como de la danza. El título está en español porque Bolcomo compuso la obra rememorando un viaje por nuestro país mientras era estudiante en París. También tenía en la mente a México cuando escribió esta pieza delicada. En realidad lo que escuchamos es como un tapiz o un cuadro que parece sacado de una escena de mediados del siglo XX pero que no deja de conservar su encanto.

La interpretación es de Vicente Gelós (flauta) y Sergio Santes (guitarra).