Cantad al Señor un cántico nuevo

Salmo 149. Dvorák

¡Feliz jueves! Para los que creemos nuestro día debería ser un continuo canto a Dios, incluso en las circunstancias más complicadas. La música también suele servir para engrandecer ese canto y la de hoy es especialmente bella. El gran maestro que la compuso nos tiene acostumbrados a otros géneros mayores pero también aquí brilló.

Antonín Dvorák

Hoy nos quedaremos un rato en compañía de Antonín Dvořák (1841-1904), compositor checo nacido en Nalahozeves. Ya he contado algunas veces que a Dvořák le encantaban los trenes. Más bien puede decirse que estaba obsesionado con ellos, algo que comenzó cuando tenía era niño. Cuando vivió en Praga pasaba mucho de su tiempo libre en la estación, hablando con los empleados y evadiéndose de aburridos conciertos. Parece ser que una vez le preguntó al novio de su hija que anotase el número de un tren expreso. Puesto que este se olvidó el compositor le dijo a su hija que no era adecuado para ella puesto que si había olvidado eso podría olvidar su matrimonio... Le encantaba verlos y, cuando tuvo oportunidad de pasear por la estación Grand Central de Nueva York se decepcionó porque no podía ver directamente las vías y los trenes unos junto a otros.

Escuchemos su Salmo 149, op. 79. Es un encargo que recibió en 1879 por parte de la Sociedad Coral Hlahol. Dicha tarea entusiasmó al compositor porque dejó a un lado la composición de un cuarteto de cuerdas que tenía entre manos y se puso con ella, eligiendo un texto del libro de los Salmos y resultó una obra para coro masculino y acompañamiento orquestal. La alabanza a Dios está perfectamente conseguida en la obra del maestro, con todo jubiloso a la vez lleno de reverencia. Posteriormente la retocó de forma que el coro fuese para voces mixtas, que es como conocemos actualmente esta bella composición.

La partitura de la composicón puede descargarse aquí.

La interpretación es de la Orquesta Filarmónica Checha dirigida por Jiří Bělohlávek.

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