¡Feliz jueves! Si hay un compositor que podemos decir que compuso conciertos a manos llenas es el de hoy. Escribió (creó, ese es el sentido del título) una gran cantidad de ellos y hay a quienes le parecen iguales, o quienes disfrutan con cada una de sus notas.

Ese maestro es Antonio Vivaldi (1678-1741), compositor italiano nacido en Venecia. Tenía problemas en el pecho que le impedían respirar bien. Eso hacía que casi siempre estuviese en su casa recluido y solo salía en carruaje o en góndola para evitar caminar y cansarse. Parece ser que esos problemas le servían de excusa para tampoco decir misa, actividad que también lo cansaba demasiado. Casi todo lo que compuso era de gran calidad incluida la ópera. Hay una anécdota muy curiosa que dice que en la partitura de su ópera Orlando Furioso (de 1727), concretamente en una de sus arias, escribió: «Se questa non piace, non voglio più scrivere di musica», es decir, «Si no te gusta, entonces dejaré de componer música». Una ironía frente a quien no supiese apreciar la categoría de la obra.

No escucharemos una ópera suya sino un concierto, concretamente el Concierto para violín en do mayor, RV 187. Se abre con una luminosa melodía que casi recuerda a Handel. Los arpegios del violín contribuyen a la fuerza general del movimiento, lleno de ritmo. El movimiento lento tiene un carácter melancólico, especialmente en la línea del violín. Termina la pieza con un final al estilo de Vivaldi. Nos aleja los nubarrones del movimiento central. La energía rítmica regresa y está acompañada por un despliegue técnico bastante exigente con el solista.

La partitura de la pieza puede descargarse aquí.

La interpretación es de Giuliano Carmignola (violín) y la Accademia Bizantina dirigida por Ottavio Dantone.