Concierto como un divertimento

Concierto como un divertimento, Rodrigo

¡Feliz jueves! Es bastante que no te interese demasiado que te diga que la música del maestro de hoy me parece una maravilla, de principio a fin. Está llena no solo de un españolismo sincero y universal sino también de un optimismo que es, cuanto menos, contagioso. Por ello suelo recurrir a él de vez en cuando, para alegrarme y para, espero, alegrarte. Además, la obra de hoy, desde el principio, te va a traer una sonrisa a los labios.

Joaquín Rodrigo

Me estoy refiriendo a Joaquín Rodrigo (1901-1999), compositor español nacido en la localidad valenciana de Sagunto. Es una figura única en la música española, y el término único se aplica casi literalmente porque no tuvo discípulos conocidos ni nadie que continuase su estilo. Tras escuchar algo de Manuel de Falla decidió que su vida pasaba por marcharse a estudiar a París, y allí se fue en 1927. Su intención era hacerlo con Maurice Ravel pero este no admitía alumnos, por lo que lo hizo con el insigne Paul Dukas. Este le aceptó y comenzaron las clases. Aunque en estas recibió una influencia impresionista casi continua, Rodrigo supo poco a poco ir desligándose de ellas y crearse así su voz propia. Obviamente, tuvo oportunidad de hacer una gran cantidad de amigos. De hecho, el propio Maurice Ravel lo fue y cuenta cómo en 1928 tomó del brazo Rodrigo y lo llevó al estreno de su mortal Bolero.

La música alegre es la del Concierto como un divertimento, para violonchelo y orquesta, compuesto en 1981. El solista está arropado por una orquesta sencilla con ciertos toques característicos en la percusión (por ejemplo, con la celesta). Desde el comienzo, con ese toque marcial de chelo solo, vemos que el españolismo puebla felizmente toda la composición. Todo es invención suya porque Rodrigo no cita directamente ninguna música folklórica conocida. El primer movimiento, Allegretto, es un bolero y el chelo se convierte momentáneamente en una guitarra, con unos pasajes de lo más complejos. Le sigue un Adagio nostalgico, lleno de sutilezas y de una rica armonía (y bellos momentos del clarinete, la flauta y la celesta). Termina el concierto con un Allegro scherzando, de nuevo con ese sol español que tanto brillo nos da cada día.

La interpretación es de Julian Lloyd Webber (chelo) y la Orquesta Filarmónica de Londres dirigida por Jesús López-Cobos.

1. Allegretto

2. Allegro nostalgico

3. Allegro scherzando

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