Cuarteto serioso

Cuarteto serioso, Beethoven

¡Feliz viernes! Vamos a terminar la semana con una obra impresionante. El título de la publicación se refiere al calificativo de la obra del propio compositor, quien el año pasado nos acompañó asiduamente y este año lo hará también porque su música no puede faltar en el repertorio de quienes la amamos profundamente.

L. van Beethoven

Hablo de Ludwig van Beethoven (1770-1827), compositor alemán nacido en Bonn. Beethoven tuvo algunos amigos y mecenas que le acompañaron toda su vida, a pesar de su carácter complicado. Así tenemos al príncipe Lichnowsky, uno de sus mayores patrones; Antoine Brentano, seguramente su amada inmortal; van Breuning, a quien le dedicó el concierto para violín; el doctor Malfatti, uno de los pocos médicos en quien confiaba; Ferdinand Ries, asistente, copista y secretario; el archiduque Rodolfo, discípulo y dedicatario de varias de sus composiciones; Anselm Hüttenbrenner, una de las dos personas presente cuando el compositor murió; Schindler, también secretario y biógrafo suyo; Karl Holz, segundo violín del cuarteto Schuppanzigh y que ocupó el puesto de Schindler cuando este murió.

Disfrutemos de su famoso Cuarteto de cuerdas n.º 11 en fa menor, op. 95, compuesto entre 1810 y 1811, subtitulado por el propio compositor como Serioso. Está plagado de experimentos armónicos, que directamente se incrustaban de pleno en el romanticismo, que rezuma por los poros. El breve primer movimiento, Allegro con brio, casi parece el primer movimiento de su Quinta, pero de forma mucho más concentrada. El segundo movimiento es un contemplativo Allegretto ma non troppo, con densos pasajes contrapuntísticos. Le sigue un Allegro assai vivace ma serioso, que retoma la fuerza del primero y que tiene una melancólica sección intermedia. De este movimiento tomó Beethoven el subtítulo de la obra. Termina con un brillante final, Larghetto espressivo, de una gran belleza.

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