Dios te salve

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¡Feliz sábado! Como es habitual en este humilde blog, los sábados escuchamos aquí música dedicada a la Madre de Dios. Hoy vamos a disfrutar de una obra de un maestro francés que afortunadamente cada vez va sonando más.

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Hoy está con nosotros Louis-Nicolas Clérambault (1676-1749), compositor francés nacido en París. Provenía de una familia de músicos al servicio del rey. Él mismo trabajó en Versalles y en templos de la realeza. En su época era uno de los maestros más reputados junto con Campra y ayudó a que la música francesa saliese del aislamiento al que estaba sometida por Lully. Le añadió varias influencias italianas, pero siempre desde el tamiz francés. A este respecto, un contemporáneo suyo dijo: «Si bien Campra escribe modulaciones en estilo italiano su música habla en francés». Parece ser que fue el primer compositor que le puso nombre a las sonatas que componía. Clérambault era responsable de la música privada del rey, con lo que tenía un puesto influyente. Entre su producción destacan sus sonatas y las cantatas que eran interpretadas frecuentemente en los salones de la corte y en varias iglesias de los jesuitas de París. Sus obras para la escena también fueron muy celebradas.

Escucharemos su Salve Regina, C. 114. A pesar de ser una obra para la iglesia y la liturgia, contiene un dramatismo muy intenso, algo habitual en las obras del maestro. Su atención al texto es exquisita y la paleta de color con la que lo adorna es casi inacabable. Además, su ingenio a la hora de tratar el contrapunto es también algo asombroso. Las sutiles modulaciones y el uso de los instrumentos crean efectos armónicos casi inesperados. En la obra de hoy casi apreciamos esto de una forma muy desarrollada. Destaca especialmente el segundo verso, Ad te clamamus, con una escritura muy virtuosa, un ritmo marcado y un cromatismo que nos recuerda a Rameau.

La partitura de la pieza puede descargarse aquí.

La interpretación es de Il Seminario Musicale.

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