Elegía

Élégie, Boulanger

¡Feliz lunes! Comienza esta última semana de junio que servirá de transición con la primera de julio. ¡Quién nos iba a decir que estaríamos hablando de normalidades y otras cosas extrañas! Bueno, algo bastante normal es escuchar música aquí y hoy te traigo la de una mujer que fue una pedagoga nada, maestra de maestra y cuya música parece que no ha llegado a conocerse como debiera. Vamos a paliar esto por unos minutos.

Nadia Boulanger

Me estoy refiriendo a Nadia Boulanger (1887-1979), compositora francesa nacida en París. Su influencia como profesora trascendió los muros de las clases. Estudió en el conservatorio de la capital y se hizo una gran admiradora de Stravinsky, que vivía entonces allí. Era una grandísima pianista y estrenó muchas obras contemporáneas. Pasó la Segunda Guerra Mundial en Estados Unidos y fue la primera mujer en dirigir la Sinfónica de Boston y la Filarmónica de Nueva York. Sus modelos como compositora eran Fauré y Debussy y quizá sea destacable hacer un listado de sus discípulos: Piston, Copland, Carter, Glass, Musgrave, Françaix o Markevich entre otros. Su gusto por la música renacentista y barroca le llegó a grabar las Vísperas de Monteverdi, en una versión «históricamente informada». Como vemos, en todos los sentidos, fue una mujer pionera y de una valía extraordinaria en la música del siglo XX.

Una muestra de su arte lo tenemos en esta Élégie, de 1906, una composición para tenor y piano. Tiene cierta forma de arco ya que comienza de una forma bastante directa y simple (es una forma de hablar). De acuerdo con el texto, la composición va ganando en dramatismo e intensidad hasta que las texturas iniciales vuelven a cobrar dramatismo para cerrar la composición. Tanto la melodía como los acordes que la acompañan siguen un patrón algo conservador pero el cromatismo que usa Boulanger hace que la obra esté lejos de ser mediocre y se convierte en una muy agradable sorpresa.

La interpretación es de Cyrille Dubois (tenor) y Tristan Raës (piano).

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