Escúchanos desde los cielos



¡Feliz miércoles! Hoy te traigo música compuesta por una mujer. Es muy posible que el nombre ni te suene; si es así, que sepas que desde este momento tienes concedida la matrícula de honor. Cuando escuché esta obra es cuando tuve el primer contacto con esta mujer. La obra es fascinante por varios sentidos pero sobre todo por el sonoro. ¡Qué obra más conseguida y qué bella! Aparentemente sencilla pero que se dirige directa al corazón y a todos nuestros sentidos.

Primero, hagamos los honores a la compositora, que es Anna Þorvaldsdóttir (1977), compositora islandesa nacida en Reikiavik. Su material de trabajo es las grandes estructuras en las que refleja el sonido de la naturaleza y los paisajes. Muchas de sus obras describen un paisaje que florece, pero que lo hace en un ambiente enigmático. Las obras de Thorvaldsdottir se interpreta en todo el panorama internacional y en el marco de grandes festivales y salas de conciertos. No solo la escuchamos en su Reikiavik natal sino también en Pekín, Nueva York, Washignton, Londres y otros lugares. Sus obras, gracias a su calidad, han sido nominadas para diversos premios. Entre ellos, ha conseguido un premio del Lincoln Center, en la capital neoyorquina. Evidentemente, ha han interpretado las más grandes orquestas y conjuntos; Esa-Pekka Salonen ha estrenado una de sus obras. Una compositora que quizá parezca de segunda fila por el país donde vive pero que en cuando escuchamos sus obras nos damos cuenta de que no es así, ya que la calidad es inmensa.

Te propongo disfrutar de una composición suya de 2005 titulada Heyr þú oss himnum á, que puede traducirse como el título de este post. El motivo de la composición fue una serie de conciertos en la localidad de Skálholt, al sur de Islandia. La obra es aparentemente sencilla, aunque con ese ambiente entre mágico y naturalista de la compositora al que antes aludí. El texto es de Ólafur Jónsson (1560–1627) y se basa en una melodía que se conserva en un antiguo manuscrito islandés. Es una bella plegaria a Dios en la que le pedimos que nos escuche desde los cielos y que allí nos lleve para nunca salir. ¡Qué belleza de obra! Una verdadera exquisitez.

La interpretación es del Coro de Cámara Hljómeyki.

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