Fuerza de la Sabiduría

O virtus sapientiae, Bingen

¡Feliz martes! Si te fijas, he puesto, a propósito, Sabiduría, con mayúsculas. Ello es porque se debe a que es la que proviene de Dios. Esa sabiduría que no requiere de conocimientos sino de santidad, de reconocerse débil y frágil, limitado, y de reconocerlo en los demás. Música sobre esto es lo que vamos a escuchar, procedente de una asidua nuestra, una mujer que en su tiempo fue toda una institución, y tanto que ha llegado a santa.

Santa Hildegarda de Bingen

Evidentemente me refiero a santa Hildegarda de Bingen (1098-1179), abadesa, mística, visionaria, compositora, escritora,... alemana nacida en Bermesheim vor der Höhe. Con dieciocho años entró en el monasterio de Disibodenberg y desde hacía tiempo ya tenía visiones; su confesor le recomendó ponerlas por escrito. El papa Eugenio III las leyó y le animó a seguir haciéndolo. Ella misma buscó consejos en varios de sus contemporáneos, como san Bernardo de Claraval. Místicamente, pudo apreciar la armonía de Dios y el lugar que ocupaba el hombre y la mujer en la creación, algo que no compartían otros. Trasladó su monasterio a Bingen (de donde recibe su nombre) y elló causó cierta controversia. Se sumó a otras, como un enfrentamiento con el emperador Federico Barbarroja. En 2012 fue canonizada por el papa Benedicto XVI y nombrada doctora de la Iglesia.

Vamos a escuchar su O virtus sapientiae. Se trata de una antífona para el día de la Santísima Trinidad y muestra una vívida imagen a la vez que se adhiere a una teología dentro de la ortodoxia. El texto tiene una poesía breve pero poderosa. Alaba la sabiduría de Dios, que fundamenta el cielo y la tierra porque está presente desde el comienzo de la Creación. El universo se ve así rodeado de círculos que lo abarcan de forma completa. Ello le lleva a enlazar con la Trinidad por medio de las tres alas de la sabiduría trinitaria. La música abarca una melodía solemne, en el tercer modo (es decir, el plagal). Adorna el «oh» inicial con un inmenso melisma, con saltos de quinta y de octava, aunque sin salirse del modo. Termina con una impresionante cadencia frigia.

La partitura de la obra puedes descargarla aquí.

La interpretación, en versión instrumental, es del Kronos Quartet.

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