Himno a la Virgen



¡Feliz sábado! Vamos adentrándonos en el fin de semana y la música que te traigo hoy, de contenido mariano como todos los sábados, proviene de uno de los grandes maestros británicos, cuya música no traigo todo lo frecuentemente que debiera. Quizá estamos acostumbrados a escuchar otros tipos de obras (sinfónicas, por ejemplo) y la de hoy casi puedo prometerte que te va a encantar porque es una joya desconocida que nos deja un sabor de boca de lo más intenso.



Evidentemente me refiero a Benjamin Britten (1913-1976), maestro británico nacido en Lowestoft. Hay quien piensa que desde Henry Purcell Inglaterra no ha tenido otro genio musical autóctono excepto Britten. Encontró en la voz humana su especial inspiración que plasmó en obras que solo pueden calificarse de memorables. Prácticamente tocó casi todos los géneros musicales y siempre con éxito. Un punto de inflexión en su carrera musical fue su estudio con Frank Bridge, único pupilo de este. A los comienzos de su carrera se dedicó a componer música para documentales, con lo que aprendió a obtener el máximo partido de pequeños conjuntos instrumentales. Un papel decisivo en su carrera también lo desempeñó el tenor Peter Pears, su novio, a quien dedicó multitud de obras vocales. Sus óperas pronto fueron muy aclamadas y fueron éxitos casi instantáneos. En 1971 un ataque al corazón mermó sus facultades e hizo que tuviese parar el ritmo pero siguió componiendo hasta su muerte, que definitivamente lo situó como una de las grandes figuras de la música del siglo XX.

Te ofrezco su obra titulada A Hymn to the Virgin, obra de 1930 para coro sin acompañamiento. De hecho, es la obra religiosa más temprana de Britten que se conserva. El texto es una oración anónima y fue estrenado por una sociedad musical de su localidad natal. Esta junto con otras dos obras fueron las dos únicas piezas del compositor que se interpretaron en su funeral en 1976. Está compuesta para un coro dividido en ocho voces, en dos mitades de cuatro. El segundo coro (en latín) se hace eco de lo cantado el primero (en inglés). Este esquema de ecos continúa a lo largo de toda la composición creando un bello efecto antifonal, de forma que esta composición hace que Britten se entronque con la tradición coral británica más clásica y querida allí.

La interpretación es del conjunto Voices8.

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