¡Feliz lunes! Empezamos esta semana de pasión y propongo hacerlo con un baile. Obviamente tiene inspiración en uno popular pero la composición de hoy es para toda una orquesta sinfónica. Sin embargo, ello no va a evitar que los pies se nos muevan.

La música de hoy es de José Pablo Moncayo (1912-1958), compositor mexicano nacido en Guadalajara. Estudió composición con Carlos Chávez en el conservatorio de Ciudad de México. Posteriormente recibió formación nada menos que de Aaron Copland. En 1931 empezó su carrera musical como percusionista en la orquesta nacional mexicana que terminaría dirigiendo. En sus composiciones muestra de forma destacada obras populares mexicanas, muchas veces en un idioma plenamente modal y con sucesiones de motivos también muy destacadas. Su estilo modernista está perfectamente conseguido y logró crear un lenguaje tan particular que lo colocó en la cabecera de los compositores de su país. Su muerte significó el fin de la escuela nacionalista mexicana.

Su obra más famosa es la que vamos a escuchar ahora, y se titula Huapango. Algunos estudiosos dice que la palabra es una corrupción de fandango. El compositor usó tres huapangos alvaradeños (El Siquisirí, El Balajú y El Gavilancito) e hizo mucho más que citar las piezas textualmente. Domina el género perfectamente y, al final de la composición, hace dialogar a la trompeta y el trombón de un modo que parece que efectivamente están cantando un huapango. Habitualmente esta forma popular se acompaña del requinto, el violín y la jarana y Moncayo se las arregla para conseguir que la orquesta imite a este pequeño conjunto popular. Una obra fascinante que, desgraciadamente, ha conseguido eclipsar las otras composiciones del maestro Moncayo.

La interpeetación es de la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar dirigida por Gustavo Dudamel.