Jesús, mi dulce esperanza

O Jesu, mi dulcissime, Gabrieli

¡Feliz martes! Creo que fue la semana cuando te traía un motete de Anerio con el mismo título que el de hoy. Sin embargo, en esta ocasión voy a recurrir a un compositor más conocido, aunque no significa que sea demás calidad, porque ambos la tienen, y mucha. Otra vez vamos a disfrutar de la música de este gran maestro de hoy, que asentó de forma casi mítica un estilo que influyó muchísimo en su generación y en otras venideras.

Giovanni Gabrieli

El visitante es Giovanni Gabrieli (¿1556?-1612), compositor italiano nacido y fallecido en Venecia. Las innovaciones técnicas que introdujo casi están presentes en todos los géneros musicales que trató. Su tío Andrea también era un conocido compositor y Giovanni forjó su estilo en la capilla ducal de Baviera que estaba dirigida por Orlandus Lassus. Fue 1585 la fecha en que se produjo el golpe de efecto de nuestro maestro de hoy. Ese año, Andrea sustituyó a Claudio Merulo como primer organista de la basílica de San Marcos de Venecia; por tanto, el puesto de segundo organista quedó libre y fue ocupado por su sobrino Giovanni. Este puesto lo mantuvo hasta su muerte. Publicó relativamente pocas obras (frente a la mayor cantidad de las de su tío) pero ejercieron una influencia tremenda en su época. Es de destacar sus Sacrae Symphoniae, en la que los preludiosm, interludios, solos y coros, las texturas y otros elementos crearon un estilo que aún hoy es admirable.

Disfrutemos de su motete O Jesu, mi dulcissime. El maestro compuso dos versiones de este texto: una de 1597 y la otra de 1615. Nosotros vamos a disfrutar de la segunda. Destaca el inicio, intensamente declamatorio, sobre «Oh» y tras el «Jesu mi dul-» rápido viene el «-cissime», lento otra vez en un alarde de expresividad. Solo en esas palabras Gabrieli es capaz de pasar del estilo del siglo XVI (al comienzo) con el del XVII (al final). Un motete que en los primeros compases ya sintetiza todo eso tiene que ser una verdadera maravilla. Pasa de la polifonía al estilo ornamentado en un santiamén, por lo que estamos en presencia de una verdadera obra maestra. Una maravilla.

La partitura de la composición puedes descargarla aquí.

La interpretación es del Coro Currende y el Concerto Palatino dirigido por Erik Van Nevel.

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