¡Feliz miércoles! Quien nos acompaña hoy es uno de los grandes maestros del piano, no solamente porque fuese un extraordinario intérprete sino porque sus obras para el instrumento son verdaderas piedras de toque de todos los tiempos. Sencillamente es uno de esos grandes compositores de la historia.

Me estoy refiriendo a Ludwig van Beethoven (1770-1827), compositor alemán nacido en Bonn. Quizá debido a su recalcitrante timidez, entre otros factores, Beethoven nunca se llegó a casar ni tuvo ningún hijo. Sin embargo, sabemos que estuvo locamente enamorado de una mujer casada llamada Antonie Brentano. Le escribió una carta «a mi amada inmortal» que nunca le llegó a enviar. «Mi corazón está tan lleno de cosas que decirte». Su vida sufrió un duro golpe cuando murió su hermano Caspar (en 1815). Tuvo que litigar hasta la extenuación con su cuñada Johanna por la custodia de su sobrino Karl. Tras siete años de revisión de cuestiones legales Beethoven consiguió la custodia, no sin pasar un duro periodo de reproches por ambas partes.

Hoy vamos a escuchar su Sonata n.º 5 en do menor, op. 10 n.º 1. Fue compuesta en 1796 casi como perfecto ejemplo del estilo sinfónico del maestro llevado al piano. Parece que el modelo de componer por parte de Beethoven conduce directamente a la Quinta Sinfonía aunque tampoco pierden de vista los modelos clásicos. El Molto allegro e con brio inicial se basa en dos ideas principales, a partir de una tríada ascendente y una escala descendente que también son recurrentes en toda la obra. En el Molto adagio esa tríada es transformada de una forma única. Termina la pieza con un Prestíssimo pasado en una frase corta. En este movimiento hallamos una anticipación del famoso motivo de la no menos famosa Quinta.

La partitura de la composición puede descargarse aquí.

La interpretación es de Valentina Lisitsa al piano.