Misa para una ciudad

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¡Feliz viernes! Muchos son los compositores que han dedicado composiciones musicales a lugares por donde han pasado, y otros tantos los que incluso han compuesto obras religiosas para ellos. Nuestro maestro de hoy es un ejemplo de estos últimos.

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Hoy nos trae la música Anton Bruckner (1824-1896), compositor austríaco nacido en Ansfelden. Es conocido por sus sinfonías aunque también compuso obras religiosas. Su primer profesor de música fue su propio padre y con once años lo ayudó en sus tareas como organista. Con trece años fue admitido para cantar en el coro de San Florián. En 1845 era organista de la abadía y decidió empezar a estudiar contrapunto y composición con Sechter, primero por correspondencia. Había explorado las obras religiosas, pero empezó a componer sus primeras obras sinfónicas tras graduarse en el conservatorio de Viena. Tras conocer el Tannhäuser de Wagner su estilo se amplificó y no solamente se hizo fanático del maestro, sino que empezó escribir usando grandes estructuras.

Escuchemos su Windhaager Messe. Esta pequeña misa fue compuesta cuando Bruckner contaba con diecisiete años y fue su primera misa. Se llama así en recuerdo de Windhaag, una pequeña localidad en la que Bruckner empezó su carrera como profesor asistente. La composición está escrita para unos efectivos modestos: órgano, dos trompas (en do) y contralto. Se basa en el canto llano y Bruckner usa en ella una armonía diatónica general. Puede resultar una pieza de juvento, pero en ella está ya condensado el arte de este gran maestro, constructor de verdaderas catedrales musicales.

La interpretación es de Cornelia Wullkopf, Johannes Skudlik, Manfred Neukirchner y Ulrich Kobl.

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