Motete para una misa roja

Motete Ofetorio Misa Roja, Charpentier

¡Feliz jueves! No creas que me he equivocado en el título de la publicación ni que hay tras él nada truculento ni macabro, no. Al contrario, vas a ver cómo encontramos una historia curiosa para la obra de hoy. Quien la ha compuesto es uno de los grandes maestros de la época barroca. A mí me gusta mucho y desde siempre lo ha hecho por lo que también me agrada traértelo por aquí de vez en cuando. Hoy lo hará con una gran composición para la que necesitarás casi media hora... ¡pero merece mucho la pena!

Marc-Antoine Charpentier

Nos visita Marc-Antoine Charpentier (1643-1704), compositor francés nacido en París. Fue el pasado siglo XX cuando se le reconoció como el genio que es y ya en el XXI podemos afirmarlo rotundamente. En la década de 1660 viajó a Roma y allí estudió con Carissimi, quien le empapó del estilo italiano. Una vez consiguió esa formación, en París trabajó para María de Lorena (conocida como mademoiselle de Guise). Su reputación creció en la capital parisina y empezó a componer para las comedias de Molière. Tras la muerte de su patrona estuvo al servicio de los jesuitas en el San Luis el Grande y, siendo ese centro como una isla, también pudo estrenar obras profanas además de las correspondientes religiosas, engrandeciendo la liturgia del templo. En 1698 estuvo al servicio de la Sainte-Chapelle y durante toda su vida pretendió trabajar para la corte francesa, pero nunca llegó a conseguir ningún puesto. Según la musicóloga Catherine Cessac, «la grandiosidad y la originalidad de la música de Charpentier se debe a la combinación de un talento musical excepcional y una profunda fe, complementándose ambas entre sí».

Disfrutemos de su Motet pour l'Offertoire de la Messe rouge, H. 434, es decir, el «Motete para el ofertorio de la misa roja». Cada año, el París, el Parlamento de Pans, a mediados de noviembre, abría la sesión con una misa en la que los magistrados se vestían con unas togas rojas, de ahí el título del motete de Charpentier. El parlamento estaba al lado de la Sainte-Chapelle, donde trabajaba el maestro, por lo que él se hizo cargo de la música. Fue una de las últimas obras compuestas cuando trabajaba para la capilla, posiblemente en 1680. La obra requiere de un coro a cuatro partes, dos flautas, dos oboes, fagot, cuerdas y órgano. Es de gran belleza, con una música muy variada y de grandísima calidad, con grandes pasajes instrumentales, siempre creando microclimas impresionantes. Grandísima composición de un grandísimo Charpentier.

La interpretación es de Agnès Mellon e Isabelle Poulenard (sopranos) Henri Ledroit (haute-contre), William Kendall (tenor), Peter Kooy (bajo) y La Chapelle Royale dirigidos por Philippe Herreweghe.

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