Música de cristal

Adagio, K365, Mozart

¡Feliz jueves! Creo que el calificativo de cristal le viene doble a la música. Primero, literalmente (como ahora veremos) y luego porque la música es tan sumamente cristalina que parece que el cualquier momento se va a romper. Es evidente que solamente un maestro como el que nos acompaña hoy podía conseguir tal milagro.

Wolfgang Amadeus Mozart.

Y es Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791), compositor austríaco nacido en Salzburgo. Se cuenta que le gustaba siempre ir a la última moda y gastaba dinero yendo de compras. Claro que su ritmo de vida le llevaba a componer de una forma bastante peculiar: en distintos momentos del día, digamos que sueltos, principalmente de noche. Parece que otras de sus aficiones era hacer amigos y los tenía de todas las clases y solamente músicos. Así, entre aquellos con los que departía había aristócratas, médicos, científicos e incluso gente corriente. Entre ellos también hallamos una buena cantidad de mascotas de las que disfrutaba a menudo, entre ellos pájaros, perros, etc. Como anécdota final, se cuenta que el emperador José II le dijo, al escuchar una de sus óperas, que esta tenía demasiadas notas. Mozart le dijo que tenía justo las que debía tener.

Disfrutemos de su Adagio para armónica de cristal en do mayor, K. 356. Una armónica de cristal es un instrumento formado por unos cuencos o cilindros de ese material que suenan cuando se pasa los dedos por encima. Mozart compuso esta música en 1791 cuyo sonido no puede ser más cristalino. El timbre es totalmente angelical, sobre todo en la parte central en la que escuchamos delicados acordes de séptima disminuida. Parece ser que el propio Mozart conoció una versión mecánica del instrumento realizada por Benjamin Franklin y que es el que disfrutaremos hoy.

La partitura de la pieza puede descargarse aquí.

La interpretación es de Dennis James.

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