Oh, pastor de almas

Oh, pastor de almas, Bingen

¡Feliz jueves! La obra de la mujer que nos acompaña hoy siempre nos cautiva por esos sonidos casi misteriosos que posee. No solo se dedicó a la música sino que la compatibilizó con una vida cargada de obligaciones y de pasiones, siempre puesta al servicio del amor de Dios y de los demás. No en vano es una de las eruditas más grandes de la Historia.

Santa Hildegarda de Bingen

Evidentemente hablo de santa Hildegarda de Bingen (1098-1179), santa, mística, científica, abadesa, médica, profetisa y compositora (omito muchos más adjetivos) alemana nacida en Bermersheim vor der Höhe. «Hay música celestial en todas las cosas». «No podemos vivir en un mundo que no sea nuestro, en un mundo que otros interpreten para nosotros. Un mundo interpretado no es nuestro hogar». «Cuando vienen las palabras estas son meramente conchas vacías sin la música. Viven mientras son cantadas ya que las palabras son el cuerpo y la música el espíritu». «Una interpretación musical suaviza los corazones duros, nos pone en camino de la reconciliación y convoca al Espíritu Santo». Son frases de esta visionaria tan influyente en su tiempo y en los posteriores.

Escuchemos su obra titulada O pastor animarum. Sigue la forma de una antigua oración colecta. Sin embargo, la santa transforma la oración de súplica en una poderosa meditación sobre la poderosa voz de Dios. Comienza hablando del Buen Pastor que deja el rebaño para localizar a la oveja perdida y luego presenta a Cristo, que es el verbo que trae su canto al mundo. La pieza, por tanto, se enfoca en la relación hablada entre nosotros y Dios, siendo la música del Creador la que nos hace a nosotros ser persona. Hildegarda usa la música para enfatizar todos estos temas, repitiendo las melodías y dando realce a esta súplica armónica. Paralelamente usa uno de sus motivos musicales favoritos: una quinta inicial en forma de intervalo entre re y la.

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