Pueblo mío, qué te he hecho



¡Feliz viernes! Terminamos la semana laboral con una obra impresionante. Es posible que ya ni te acuerdes del Viernes Santo, ese día tan especial en el que celebramos la pasión y muerte de Jesús. Alrededor de ese día se ha compuesto mucha música, siempre austera y muy relacionada con los misterios de ese día. Nuestro maestro de hoy, uno de los grandes de la Historia (con mayúsculas) también se sumó a ello, dando a luz una obra que es de lo más emocionante.

Ese grande entre los grandes es Giovanni Pierluigi da Palestrina (c. 1525-1594), compositor italiano nacido en la localidad de Palestrina. Esta localidad está a unos veintidós kilómetros de Roma, por lo que teniendo en cuenta que nuestro compositor aparece por lo menos en 1537 en la Ciudad Eterna y que de ella no salió, podemos decir que era un maestro romano. Cuando se dedicó a componer los dos maestro que dominaban la polifonía eran Josquin Desprez y Guillaume Dufay, que también trabajaron en Roma. En 1554 publicó su primer libro de misas y era el primer libro de un maestro nativo que se publicaba ahí. Luego siguió componiendo y alcanzó cargos importantes, como el de maestro de capilla de la basílica de San Juan de Letrán y de la Capilla Julia, que era el coro que cantaba en el Vaticano en las ceremonias no oficiadas por el papa (a quien le cantaba la Capilla Sixtina). Cuando murió, siendo una celebridad, en sus funerales se interpretó un salmo a tres coros en cinco partes que seguramente debió ser algo emotivo y lleno de devoción.

Una de las obras propias del Viernes Santo, en el momento de la adoración de la cruz, es los «Improperios», que en latín se titulan Popule meus. Se caracteriza porque en su estribillo aparecen las escasa palabras griegas que se conservan en la liturgia, en llamado «trisagio». Los orígenes de este texto se remontan a comienzos del siglo XIII, aunque se cree que provenían de la Iglesia primitiva. Palestrina compone una música simple y sobria, como corresponde a la ceremonia en la que se canta, y que recuerda mucho a la de Victoria. Está compuesta para dos coros que se responden antifonalmente y que, según en musicólogo Bianchi, parece ser que data de 1573, año de la muerte del hijo de Palestrina. El manuscrito de la obra se conserva en los archivos de la basílica de San Juan de Letrán, en la que trabajó Palestrina.

La partitura de la pieza puedes conseguirla aquí.

La interpretación es del Coro polifónico «Città del Palestrina» dirigido por Maurizio Sebastianelli.

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