Reina del mundo

O regina mundi clara, Browne

¡Feliz sábado! Que las islas británicas han tenido y tienen una larga tradición coral es algo que está fuera de toda duda. A lo largo de los siglos han florecido toda una serie de grandes maestros que nos han dejados imponentes piezas como la de hoy.

Eton Choirbook

Que es de John Browne (1453-c. 1500), compositor inglés del que no se conoce dónde nació. Su música, de la que no se conserva mucha cantidad, casi no tiene paralelo en nadie contemporáneo, ni de Inglaterra ni de afuera. Es más sutil y místico que Cornysh y más refinado que Fayrfax. Se cuenta que otro maestro, Robert Wylkynson, compuso una salve a nueve voces solamente porque Browne había escrito una obra mariana para ocho. En realidad, lo que hizo Browne es tomar todos los elementos de una pieza (texto, harmonía, melodía, sonoridad, textura, etc.) y ponerlos al servicio de la expresividad. También usó muy intensamente la distinta distribución de las voces, eligiendo diversos conjuntos para ser todavía más efectivo. El compositor crea así un mundo sonoro tan único como nuevo.

Una de esas intensas piezas es su O Regina mundi clara. Lo que hace aquí el maestro es añadir una voz de alto a un entramado de voces graves para elevar algo la textura sin hacer que la intensidad de la escritura se vea mermada lo más mínimo. El golpe de genialidad lo introduce el maestro al final de la pieza debido a que introduce una nota discordante, un fa sostenido, que no ha aparecido en toda la parte anterior de la composición. Un gesto que casi parece teatral pero que no hace sino colorear la composición de una forma totalmente inesperada y bella. La pieza aparece en el famoso Eton Choirbook.

La interpretación es de The Choir of Christ Church Cathedral de Oxford dirigido por Stephen Darlington.

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