Salmo de difuntos

Salmo VI, Albéniz

¡Feliz viernes! Vamos a terminar esta semana de mediados de julio con buena música española... y desconocida. Su compositor, ahora cuando te lo diga, no lo es para nada pero esta composición sí. Personalmente me resulta siempre muy agradable descubrir composiciones y compositores nuevos ya que a mí personalmente me ayudan a salir de siempre los mismos nombre y las mismas obras. Hoy lo vamos a conseguir con esta maravilla.

Isaac Albéniz

El gran maestro de nuestra música es Isaac Albéniz (1860-1909), compositor español nacido en la localidad gerundense de Camprodón. Sus padres vieron en él tal potencial que decidieron trasladarse a París para que recibiese lecciones de piano de Marmontel (quien había sido profesor de Bizet y lo sería de Debussy). Tras una ardua preparación, se presentó a la prueba de admisión en el conservatorio. Lo hizo extraordinariamente bien y la alegría le llevó a cometer una travesura. Ese pequeño detalle hizo que considerasen retrasar su entrada en la institución y tuviese que volver a España... No perdamos de vista que Albéniz tenía solo siete años. Con cuatro añitos dio un concierto en el Teatro Romea de Murcia y al público le resultó tan increíble que un niño tocase así que algunos no dudaron en mirar detrás del escenario por si estaba el verdadero pianista.

Albéniz nos trae un ejemplo de producción religiosa, siendo esta la única conocida de él. Se trata de su Salmo VI de difuntos. Precisamente es para el oficio aunque el texto no es exactamente el habitual. Está escrito para coro a cuatro voces y se inicia con un contrapunto severo que se rompe de alguna manera en las palabras Miserere mei, en las que el coro canta en canon que da paso a un agitado movimiento cuando cantan la palabra Conturbata, siendo un momento más retórico. Albéniz se vale de dobles alteraciones para terminar de forma enarmónica, quizá mostrando cierta vacilación en el uso de la armonía. El uso de octavas y de saltos interválicos hacen que nos acordemos vivamente de Fauré. La partitura original lleva la fecha de 24 de diciembre de 1885 y está dedicada al rey Alfonso XII.

La interpretación es del Coro Cervantes dirigido por Carlos Fernández Aransay.

Volver arriba