¡Feliz sábado! Me ha quedado la semana algo, podríamos decir, «rara», en el sentido de que los compositores que he presentado no son nombres de primera línea, a pesar de que la música sea de calidad. Hoy vamos a terminarla (mañana tocará Bach) con otro que tampoco es nada conocido y que pertenece a ese abanico de nuevos compositores que se han dedicado de forma especial a la música coral.

Es la primera vez que aparece por aquí Franco Prinsloo (1987), compositor sudafricano nacido en Pretoria. En 2019 recibió el prestigioso Act Impact Award que está destinado a jóvenes profesionales. En su país ha compuesto de forma regular, estando presente en el panorama actual. También se ha internacionalizado gracias a encargos de prestigiosos conjuntos con The King's Singers y otros. Él mismo ha fundado un coro con el que incluso ha recibido ciertos galardones y con el que ha estrenado una misa en la basílica de San Marcos de Venecia. Algún crítico musical ha dicho que «Prinsloo asimila y une tradiciones separadas dentro de su propio idioma». En fin, uno más que tenemos que ir rastreando porque seguro que nos depara grandes y bellas composiciones (de hecho, ya está en ello).

Una de ellas es su antífona Salve Regina, reciente composición que data de 2018. Es un encargo del Stellenbosch University Choir y su director André van der Merwe. El compositor le da un aire nuevo a esta tradicional obra litúrgica. Las voces masculinas entonan las primeras frases a modo de canto llano y luego el coro entra con una armonía muy luminosa que poco a poco se va expandiendo. Las distintas secciones se van respondiendo por momentos de forma antifonal y la obra alcanza un pequeño clímax tras el o Pia, momento en el que el coro canta con doble texto. Tras el ostende podemos escuchar unos curiosos glissandi de algunas voces mientras otras retoman el texto de la antífona. Una obra impresionante.

La interpretación es del Stellenbosch University Choir dirigido por André van der Merwe.