Salve Regina

Salve Regina, Granados

¡Feliz sábado! Hoy nos vamos a encomendar a la Virgen con música de uno de nuestros compositores más señeros. Su nombre lo solemos asociar a la música para piano (principalmente) y es muy posible que no nos esperemos este pequeño bombón salido de sus manos. Lo más emocionante de un gran maestro es cuando nos emociona tanto con las obras grandes como con las más pequeñas.

Enrique Granados

Me estoy refiriendo a Enrique Granados (1867-1916), compositor español nacido en Lérida. Es sabido que el pianista Paul Wittgenstein perdió su brazo derecho como consecuencia de la Primera Guerra Mundial. Granados, también pianista, tuvo un final desgraciado debido a esa desgraciada guerra. Woodrow Wilson, en 1916, le invitó a tocar el piano a la Casa Blanca y allí marchó nuestro compositor con su esposa, Amparo Gal. El éxito fue rotundo y es de esperar que Granados estuviese satisfecho mientras regresaba de Estados Unidos en el buque Sussex. Tras una escala en Londres, el buque regresaba a España pero, en el canal de la Mancha, este fue torpedeado por un submarino alemán y Granados y su esposa murieron tras el hundimiento del mismo. Granados, que detestaba los viajes en barco, dejó huérfanos a seis hijos.

Poco conocida es su antifona Salve Regina. Es la única composición religiosa que escribió Granados, data de 1896 y fue escrita por el maestro para un concurso de música religiosa del que Felipe Pedrell formaba parte del jurado. Se adapta al uso litúrgico y la polifonía es del estilo de Palestrina (algo que exigían las bases del concurso). Al coro lo acompaña el órgano también en un estilo sobrio y poco dado a fuegos artificiales, sosteniendo el canto de forma eficaz pero sin ahogarlo, como un necesario sustento. Una obra de juventud para conocer el desarrollo creativo de este gran pianista. El concurso, por cierto, quedó desierto.

La interpretación es del Coro Cervantes dirigido por Carlos Fernández Aransay.

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