Salve Regina

Salve Regina, Fauré

¡Feliz sábado! De nuevo llegamos a ese día en el que le dedicamos una especial atención a la música dedicada a la Madre de Dios y su liturgia. La composición de hoy lleva el conocido texto de la salve y es de una belleza encantadora. El maestro que la ha compuesto es uno de esos que sabía escribir melodías de una forma que casi podemos decir que era innata. Hoy no se va quedar atrás.

Gabriel Fauré

Ese mago es Gabriel Fauré (1845-1924), compositor francés nacido en Pamiers. Él mismo admite que de pequeño no tenía demasiado talento para la música pero que poco a poco lo fue adquiriendo. Fueron famosas sus improvisaciones al órgano de Saint-Sulpice de París. Este templo tiene dos instrumentos y al otro se sentaba Charles-Marie Widor. Sus dúos eran casi legendarios y casi se convertían en retos. Su principal ocupación no era componer sino tocar el órgano y dar clases (fue profesor de Maurice Ravel y él fue discípulo de Camille Saint-Saëns) por lo que tenía tiempo limitado para componer. De hecho, aprovechaba los veranos para esa tarea. Por ejemplo, su ópera Pénélope le llevó cinco veranos componerla...

Fauré es el compositor de la antífona Salve Regina op. 67 n.º 1 que el maestro compuso para el ofertorio de la misa. De hecho, es el único motete suyo para soprano y órgano y fue escrito para Emma Bardac sino que ella misma es la dedicataria. La aproximación de Fauré es bastante terrenal, por así decirlo. Aunque no lo parezca, Fauré no destacaba por su pietismo. Fue despedido de un puesto de organista por fumar en la entrada de la iglesia y por ir directamente a la tribuna del órgano tras estar toda la noche de fiesta. Pecados de persona humana que componía bellezas como esta.

La partitura de la pieza puede descargarse aquí.

La interpretación es de Julia Mulholland (soprano) y Jerome Lenk (órgano).

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