Salve Regina

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¡Feliz sábado! Existió un maestro que era muy apreciado por Bach, e incluso se cuenta que llegaron a ser buenos amigos. Hoy día su nombre pasa más desapercibido y, a pesar de la cada vez mayor recuperación de sus obras, no termina de ocupar el sitio que merece.

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Alguna que otra vez ha estado por aquí Johann Adolf Hasse (1699-1783), compositor alemán nacido en Bergedorf, es decir, muy cerca de Hamburgo. En la cúspide de su carrera, Hasse dividió su tiempo entre Venecia, Dresde y Viena. Bach y su hijo viajaron a Dresde para asistir al estreno en 1731 de la primera ópera de Hasse, Cleofide; la esposa de este se dedicaba a cantar para la nobleza alemana y austríaca. Al mismo tiempo, el compositor empezó a escribir obras sagradas, que fueron populares en Venecia, quedando las óperas y los oratorios para los patrones alemanes. En la década de 1740 creció su amistad con Metastasio, quien le proveyó de libretos para sus grandes óperas. Estas llenaban los teatros de Dresde, Nápoles, Venecia, Viena e incluso Varsovia, por lo que era el compositor de este género más importante de su tiempo.

De este importante compositor escucharemos su Salve Regina, publicada en 1744 (a Hasse se le atribuyen no menos de trece salves). El estilo es claramente operístico, con una melodía sencilla y con un acompañamiento florido adaptado siempre a la voz. Son frecuentes los cambios de dinámica, con pianos seguidos de frecuentes fortes. La melodía de Hasse es elegante en todo momento y el sonido orquestal, tan propio suyo, a veces nos recuerda a Pergolesi. La solista se ve en todo momento retada por una línea vocal llena de virtuosismo, pero nunca pierde su sentido cantable. De ahí que Charles Burney dijese de Hasse que era «el más elegante, natural y sensato compositor de música vocal».

La interpretación es de Virtuosi Saxoniae.

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