Salve, estrella del mar

Ave maris stella, Dvorák.

¡Feliz año nuevo! Espero que este 2021 nos traiga a todos buenas noticias, que falta nos hace, y que esta pandemia que nos azota empiece a remitir. Hoy, la Iglesia celebra la solemnidad de Santa María, Madre de Dios, por lo que tendremos música mariana, que tendrá continuidad mañana que es sábado. Vamos con la música de un gran maestro en un género inesperado.

Antonín Dvorák

Inaugura nuestro año aquí Antonín Dvorák (1841-1904), maestro checo nacido en Nelahozeves. Fue siempre fiel a su República Checa natal, rechazando ofertas de prestigiosas capitales como Viena. Desde siempre le gustaron las artes plásticas y pasaba largas horas en galerías de arte, hasta el punto que comparaba las obras de Rafael con las de Mozart. Le gustaba tanto las nuevas innovaciones que también pasaba mucho tiempo en las estaciones de trenes fascinados por esas máquinas de hierro. Llegó incluso a afirmar que cambiaba todas sus sinfonías por haber inventado la máquina de vapor. Amaba tanto los trenes que coleccionaba horarios e itinerarios. Pidió que le enviasen algunos de Inglaterra y los estudiaba para ver cuáles eran las líneas más rápidas. Cuando paseaba, apuntaba ideas musicales en los puños de las camisas y muchas desaparecían cuando las prendas eran lavadas.

Disfrutemos de su Ave maris stella, op. 19a, obra compuesta en 1879. Es una obra para voz con acompañamiento del órgano y un texto que entonces era famoso y aún lo es ahora. Le surgió con motivo de una visita al castillo de Sychrov para visitar a su amigo Alois Gobl, a quien está dedicada la pieza. Fue estrenada el 8 de septiembre de ese año, coincidiendo con el cumpleaños del compositor. Es una composición sencilla pero con una melodía que nos arrastra a modo de tranquilas olas marinas.

La partitura de la composición puede descargarse aquí.

La interpretación es de Iwona Sakowicz (mezzosoprano) y Peter Frisée (órgano).

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