Salve, hija de la Trinidad

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¡Feliz sábado! Vamos a escuchar música procedente de uno de los grandes maestros de la escuela francoflamenca del renacimiento musical. Es uno de esos nombres que actualmente están siendo cada vez más interpretados gracias a toda la feliz corriente recuperadora.

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En este caso nos visita Antoine Brumel (h. 1460-h. 1520), compositor francés cuyo lugar de nacimiento no conocemos. Fue el compositor más importante de su tiempo, mencionado por musicólogos contemporáneos y puede ser considerado uno de los sufridores de la musicología tradicional centrada en Josquin. Su nombre aparece por primera vez en 1483 en Chartres, sirviendo como niño de altar (horarius et matutinarius). En 1501 el duque Filiberto lo nombró cantor de su capilla con un gran salario. También estaba en la cima como compositor hasta el punto de que el mismísimo Palestrina interpretaba misas suyas en la Capilla Sixtina. Su periodo más fructífero fue el vivido en Italia, tiempo en el que fue contratado por Alfonso I d'Este per tutta la vita. Mientras que Willaert había llegado a cobrar un salario de setenta ducados Brumel ganaba uno de doscientos.

Escuchemos su motete Ave, ancilla Trinitatis. Brumel compuso muchas obras dedicadas a la Virgen como esta, quizá destinada a un uso privado. El motete está compuesto para tres voces, con una sección en compás binario seguida de una en ternario. Principalmente el maestro usa los grados I, IV y VII, con lo que consigue una sonoridad muy especial. De hecho, este esquema fue usado ampliamente por Brumel como modelo de otras obras mayores, incluso misas. Una bella obra para este tiempo de Cuaresma en el que ya estamos inmersos de lleno.

La interpretación es de Speculum Ensemble.

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