Santa Madre del Redentor

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¡Feliz sábado! Es posible que la obra de hoy haya sonado por aquí... hace tiempo, eso sí. En cualquier caso, tiene tal calidad que merece la pena ser escuchada de nuevo. El compositor también fue una institución en la época, por lo que estamos doblemente de enhorabuena.

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Es Guillaume Dufay (1397-1474), compositor francoflamenco nacido posiblemente en Cambrai. Ahí empezó su carrera musical como niño de coro, en el año 1409. Fue tan apreciado que antes de morir dirigía la capilla papal, compondría música para papas y duques e incluso llegaría a colaborar con Brunelleschi. Su primera formación corrió a cargo de Nicholas Malin y Richard Loqueville. Parece ser que asistió al Concilio de Constanza y allí entró en contacto con la polifonía inglesa y la familia Malatesta para los que trabajó. Fue en 1428 cuando accedió al lucrativo puesto de la capilla papal, gracias a la generosidad de Martín V, cosa que mejoró con Eugenio IV, para quien incluso Dufay compuso tres motetes. La inestabilidad de Roma lo llevó a entrar al servicio del duque de Saboya en 1433.

Escucharemos su antífona Alma Redemptoris Mater, que está compuesta para tres voces. Hasta el compás noveno no surge la polifonía, ya que antes las voces han cantado en homofonía. Luego entra el tenor con el mismo ritmo, pero pronto lo abandona. La voz aguda, el cantus es indudablemente la más compleja y la que lleva todo el peso de la composición y cuando canta la palabra Alma destaca cómo Dufay está atento al texto que ya que colorea perfectamente las palabras, dándoles un sentido especial. El maestro va desarrollando la pieza casi a base de bloques de acordes interrumpidos solo por la voz aguda, algo que se aprecia de forma impresionante en los compases finales. El cantus firmus de la pieza está también en el cantus pero el francoflamenco lo trata de una forma especialmente libre, a modo de discanto.

La interpretaión es de Pro Cantione Antiqua dirigido por Bruno Turner.

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