¡Feliz sábado! Este mes de septiembre es un mes mariano porque en él celebramos dos fiestas: el nacimiento y el dulce nombre. Mientras las esperamos, seguiremos acordándonos de la Virgen como cada sábado. La música del maestro de hoy es grandiosa, como siempre en él. Por eso es quien llevó al máximo exponente a la escuela relacionada con una importante ciudad italiana... ¿Te suena?

Se trata de Giovanni Gabrieli (c. 1554/1557-1612), compositor italiano nacido y muerto en Venecia. Figura icónica donde las haya, constituyó el puente perfecto entre el renacimiento y el barroco musicales. En 1585 fue nombrado organista de la confraternidad de San Roque de Venecia y ese puesto lo mantuvo durante toda su vida. Ese mismo año ocupó el mismo puesto en San Marcos y, al morir su tío Andrea, fue compositor principal de la basílica. Ahí pudo experimentar, desde el punto de vista musical, tanto con la propia estructura del templo como con el coro. Gabrieli fue el primer compositor que escribió obras para coro en las que los instrumentos tomaban partes independientes. Tan grande maestro atrajo a insignes discípulos entre los que están Michael Praetorius y Heinrich Schütz, quien estudió con él durante tres años.

Disfrutemos de su Sancta Maria succurre miseris a siete voces. Pertenece al primer volumen de la colección Sacrae Symphoniae de 1597. Aunque el texto tiene forma de plegaria, el estilo brillante de Gabrieli está presente desde esos primeros compases en los que las voces se imitan. El veneciano recurre a una abigarrada polifonía, de forma que el coro canta casi siempre en la textura a siete voces. En general predomina la imitación aunque también hay polifonia libre, llena de esa inventiva de la escuela que creó Gabrieli y que tanto fruto dio, no solo por su parte sino por los compositores que vendrían luego.

La partitura de la composición puedes descargarla aquí.

La interpretación es de Oltremontano dirigido por Wim Becu.