Sinfonía grande

Grande symphonie 1, Reicha

¡Feliz miércoles! A veces el adjetivo de grande puede significar que es muy conocida pero creo que en este caso no resulta así. El compositor de hoy tituló la obra así quizá por darle realce y mayor prestancia pero no porque fuese especialmente espectacular, por lo menos en cuanto a medios utilizados y demás. En cualquier caso, la obra es muy bella y merece la pena ser conocida como Dios manda.

Anton Reicha

Nos visita hoy Anton Reicha (1770-1836), compositor y flautista francés, de nacimiento checo en Praga. Fue contemporáneo de Beethoven y maestro de, entre otros, Héctor Berlioz y Franz Liszt. Se comenzó formando con su tío Josef y en 1801 estudió con Albrechtsberger en Viena, donde conoció también a Haydn. Ya por entonces componía pero no fue hasta que se trasladó a París cuando su genio comenzó a escribir grandes obras, como óperas. Su reputación creció, no solo como compositor sino como gran pedagogo. Su Cours de composition musicale de 1818 fue una obra habitual en las escuelas parisinas y casi europeas del siglo XIX. En cuanto a sus obras, estas eran bastante conservadoras y en un estilo algo académico. En realidad, el genio de Reicha destacó en la música de cámara pero no solo debemos quedarnos ahí porque nos perderíamos unas bellas composiciones, muy bien elaboradas, en cuanto a la melodía y a su estructura, siempre muy bien logradas.

Comprobemos esto con su Grande symphonie de salon, en re mayor, n.º 1. Es una obra a medio camino entre la sinfonía tal y como la conocemos y la música de cámara, ya que está escrita para nueve instrumentos. Tras componerla el maestro y unas pocas interpretaciones cayó en el olvido hasta que poco a poco se ha ido recuperando. Es una obra llena de teatralidad que empieza con motivos que parecen tomados directamente de Mozart y unos ritmos de lo más llamativo. Tras ese mozartiano primer movimiento, el segundo, un adagio, pone pausa con melodías no menos emocionantes. Tras este, el ritmo se hace más intenso gracias a un minueto que está protagonizado por la trompa y conduce al fin de sinfonía con un allegro vivace que no nos hace perder el interés de esta obra que es toda una sorpresa.

La interpretación es de Le Concert de la Loge.

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