Sinfonía con nombre

SInfonía Haffner, Mozart

¡Feliz lunes! Otra semana que empieza y otra más que lo haremos con la siempre refrescante y sorprendente música del que seguro es el compositor austríaco más universal. Aprovechó muy bien su corta vida ya que nos legó obras en prácticamente todos los géneros de la época y siempre nos preguntamos qué hubiera pasado de no haber muerto tan joven.

W. A. Mozart

Ese austríaco es Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791), compositor austríaco nacido en Salzburgo. Sabiendo que no iba a tener tiempo de terminarlo, le pasó el Requiem a su discípulo Süßmayer, quien lo completó tras la muerte de su maestro. En la víspera de su muerte estaba bastante mal de salud, con fiebre, llevándole a perder la consciencia aunque no parecía peligrar su vida. A pesar de todo murió casi inaugurado el 5 de diciembre sin que nadie se lo esperara. Sus amigos se encargaron de su entierro. Su cuerpo fue consagrado en un sencillo ataúd a las afueras de la catedral de San Esteban y llevado al cementerio sin un funeral. Parece ser que fue enterrado con otros cinco difuntos y solo el enterrador sabía dónde. Ello hace que actualmente su localización sea desconocida.

Una de sus obras más conocidas es la Sinfonía n.º 35 en re mayor, K. 385. Empezó siendo una serenata compuesta en 1782 con objeto de acompañar las fiestas que rodearon el ennoblecimiento de Sigmund Haffner, amigo de juventud de Mozart. El maestro quedó satisfecho con la serenata pero vio que podía apuntar más alto y la convirtió en sinfonía, que fue estrenada en Viena en 1783. Se da la circunstancia de que esa obra fue presentada al rey Luis II de Baviera por su cumpleaños y el rey debió apreciarlo porque conservó la obra con sumo cuidado. Está llena de vida y de energía. Mozart dio algunas instrucciones: «E, primer allegro debe tocarse con gran fuego y el último tan rápido como sea posible».

La partitura de la composición está disponible aquí.

La interpretación es de la Real Orquesta del Concertgebouw dirigida por Bernard Haitink.

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