Sonata alegre

Sonata giocosa, Rodrigo

¡Feliz martes! ¡Cuánta alegría necesitamos en nuestras vidas!, ¿verdad? La música puede aportarla a veces, o por lo menos servir de consuelo o compañía, ya que siempre la tenemos a nuestro lado. Hoy quiero quedarme en nuestro maltrecho país para ofrecerte una música que es una delicia, como toda la que salió de las manos de este grandísimo maestro, uno de nuestros mejores compositores.

Joaquín Rodrigo

Se trata de Joaquín Rodrigo (1901-1999), compositor español nacido en la localidad española de Sagunto. Nació justo el día de santa Cecilia, patrona de los músicos, por lo que estuvo bendecido por ella desde pequeño. Él recordaba sus diversos viajes a Barcelona para cuidarse los problemas de la vista que tenía, aunque finalmente se quedó ciego. Sin embargo, él comentó que la primera ilusión que tenía de pequeño era ser conductor de tranvías. Sin embargo, la música ya le iba gustando y dice que tocaba muy bien el tambor. Las letras también la fascinaban y confesaba que si no hubiese perdido la vista se hubiera dedicado o a ser historiador o a conducir sus queridos tranvías. Confiesa que el primer concierto que escuchó fue interpretado por la voz gangosa del clave de Wanda Landowska, que le produjo cierta fascinación. Lo mismo que la primera ópera, que fue Rigoletto, de Verdi. Con tono jocoso también nos regaló la confidencia de que la segunda que escuchó fue Parsifal de Wagner, que le gustó aún más que la del italiano, algo que no comprende, dice él. Sin duda, una persona multifacética, aún con mucho por descubrir.

Disfrutemos de su Sonata giocosa. Es una composición para guitarra compuesta en 1960 y es la primera sonata para este instrumento compuesta por el saguntino; está dedicada a Renata Tarragó. El habitual buen humor de Rodrigo está totalmente presente aquí desde el Allegro moderato inicial, que tiene un sabor muy característico del maestro, recordándonos poderosamente a su inmortal Concierto de Aranjuez. El movimiento lento lleva la indicación Andante moderato, con ritmos con puntillo y bloque de acordes y tonalidades contrastantes (mi menor, la mayor). Se trata de un movimiento encantador, con aires de pavana, que conduce al Allegro en estilo de zapateado y acordes y sonidos que recuerdan al flamenco más tradicional y que solo Rodrigo era capaz de plasmar e imitar en sus obras.

La interpretación es de Petrit Çeku a la guitarra.

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