Suave serenata

Serenata, Gubaidulina

¡Feliz jueves! La música para guitarra tiene un especial encanto porque suele ser bastante suave, como he puesto en el título. La composición de hoy proviene de una compositora de la que quizá no nos esperamos que componga este tipo de miniaturas pero los grandes maestros lo demuestran tanto en las magnas composiciones sinfónicas como en otras de menor tamaño pero no de menor calidad.

Sofia Gubaidulina

Una vieja conocida nuestra es Sofia Gubaidulina (1931), compositora rusa nacida en Chístopol. Desde que era pequeña su objetivo ha sido añadir cosas a su conocimiento, hacerse universal, comprender el mundo en su integridad, teniendo en cuenta que ella se aproxima al conocimiento desde el punto de vista trascendente y no científico. Su aproximación es mística, dividiendo el universo entre el cielo y la tierra, intentando verlo de forma unificada. Para ella, la música es esa escala de Jacob que va de un lugar a otro y el procedimiento a la hora de componer es solo importante si sirve como vehículo para ese misticismo. Lo ha intentado con la ópera porque, dice, la mantiene con los pies en la tierra ya que abarca muchos elementos. Cuando compone una obra sinfónica esta le permite ascender al cielo.

Del tipo más camerístico es su Serenata para guitarra. Fue compuesta en 1960 y, es sorprendente cómo logra extraer de ese íntimo instrumento su intenso lenguaje musical. La idea de la compositora fue escribir una obra fácil (aunque no lo es en absoluto) y ella misma ha calificado la obra como «música para el placer». Gubaidulina explora todo el registro de la obra, desde el grave al agudo y le da un fuerte carácter de improvisación. El tratamiento del instrumento es convencional y tiene un estilo que recuerda mucho al español, aunque casi todo lo que suena en una guitarra nos es muy familiar. Se trata de una obra densa y concentrada que tiene todo el sabor y la intensidad del instrumento y la compositora.

La interpretación es de Nataly Makovskaya.

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