Ten piedad de mí, Señor

Miserere, MacMillan

¡Feliz viernes! Vamos a ir terminando esta semana laboral de Cuaresma y de nuevo quiero recurrir a música religiosa, que es propia de este tiempo. El maestro de hoy nos ha acompañado alguna que otra vez y siempre nos ha dejado con un muy buen sabor de boca. Aunque es música contemporánea, no te va a decepcionar porque tiene una grandísima calidad.

James MacMillan

Se trata de James MacMillan (1959), compositor británico nacido en la localidad escocesa de Kilwinning. Por lo menos en Gran Bretaña, es el compositor más destacado de su generación. Estudió música en la Universidad de Edimburgo y luego en la de Durham. Trabajó para la de Mánchester y se estableció en Glasgow. Desde hace tiempo es un director de talla internacional, por ejemplo de la Filarmónica de la BBC. Sus obras, desde la década de 1990, se han establecido en el repertorio internacional, sobre todo su concierto Veni, Veni, Emmanuel, un rotundo éxito. Desde entonces está presente en diversos festivales internacionales. Su producción es muy variada y también ha compuesto varias óperas y un concierto para chelo para Rostropovich. Otros destacados solistas también han sido objeto de dedicatorias por parte de obras de MacMillan. Quizá el maestro británico más importante actualmente y uno de los más importantes del panorama actual.

Disfrutemos de su Miserere. Es una obra para coro mixto a ocho voces que se estrenó en 2009. Está dedicado a Harry Christophers, director de The Sixteen y fue un encargo del Festival de Amberes. Se divide en ocho partes con texto del salmo 51 que MacMillan capta perfectamente introduciéndonos en un viaje maravilloso. Se abre de forma sombría y la polifonía se ilumina con la palabra «misericordia». Las sopranos ejecutan un pasaje casi angelical, que luego cae hacia la parte grave. Luego viene un canon a cuatro partes. Aparece a continuación el canto llano y da paso a un nuevo clímax. La oscuridad se hace cargo otra vez de la música y luego otra vez el canto llano. Las voces agudas rompen en un maravilloso mi mayor que conduce a un consolador final. Aunque pueda parecer algo técnica, la música es bellísima.

La interpretación es de Sofia Vokalensemble.

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