¡Feliz sábado! En concreto, sobre un himno para la Virgen, ya que hoy es sábado y toca escuchar música relacionada con la Madre de Dios. La impresionante música de hoy fue compuesta por un maestro que, si mis cuentas no me falla, creo que es la primera vez que aparece por este rincón. Vamos a darle la bienvenida.

Me estoy refiriendo a Flor Peeters (1903-1986), compositor belga nacido en Tielen. Es uno de los más renombrados organista del siglo XX a pesar de que no es muy conocido. Con veinte años era catedrático de órgano y ya era organista asistente de la catedral de Malinas, siendo el titular dos años más tarde. Poco a poco se puso a componer la que llegaría a ser la mayor colección de música para órgano del siglo XX. Su estilo y sus dotes como improvisador las tomó de Charles Tournemire, de quien era amigo íntimo. Comenzó a estudiar canto gregoriano y empezó a utilizarlo ampliamente en sus obras. La música del renacimiento también está presente en las mismas. Peeters también mostró interés por las técnicas polirrítmicas y politonales, con un contrapunto intenso e intrincado que poco a poco iría evolucionando hacia un neoclasicismo más profundo y contemplativo.

Escuchemos su Tocata, Fuga e Himno sobre Ave Maris Stella, op. 28. Tournemire dedicó so L'orgue mystique a Peeters y este le dedicó la pieza de hoy a su amigo. El famoso tema de la antífona mariana es escuchado en los pedales mientras las manos ejecutan un sonido que casi arrullan a dicho tema. Los acordes sincopados que aparece en la sección intermedia son característico del maestro, que construye la fuga a partir de la tocata. Los bloques de acordes, poderosos y llenos de religiosidad y solemnidad, constituyen la sustancia del himno final con el que termina esta impresionante obra.

La interpretación es de Paolo Giacone al órgano de la Basílica de San Juan Bosco en Castelnuovo Don Bosco (Italia).