Tzigane

Tzigane, Ravel

¡Feliz jueves! Yo creo que no este título no hace falta que te presente a la inmortal obra de hoy. Creo que es una de las obras más conocidas y celebradas del maestro (inmenso maestro) que te traigo hoy. Casi podemos decir que es compatriota nuestro pero en realidad eso es lo de menos. Lo importante es que su música es tan grande que casi tendríamos que acercarnos a ella con una reverencia.

Maurice Ravel

Se trata de Maurice Ravel (1875-1937), compositor francés nacido en Ciboure. La región en la que vio la luz pertenece al País Vasco francés, de ahí que diga que casi es compatriota nuestro. En 1928 Ravel visitó Estados Unidos para ir presentando diversas obras suyas y para conocer de primera mano lo que se estaba convirtiendo en una obsesión para él: el jazz americano. Vio un musical de Gershwin y quedó encantado, expresando su deseo de verle tocar su famosa Rhapsody in blue. Ravel admiraba de Gershwin su capacidad para crear melodías y poder superar todos los escollos rítmicos que se le presentaban. El americano le pidió a Ravel que diese clases y el francés se lo pensó mucho aunque finalmente decidió que «probablemente podría hacer que terminase escribiendo un "mal Ravel" y que perdiese su gran talent para la melodía y la espontaneidad», algo que Ravel admiraba de Gershwin. Podemos ver cómo Ravel era una persona muy juiciosa y no iba creyéndose el mejor compositor del mundo, cuando efectivamente lo era.

Vamos a escuchar Tzigane. Se trata de una composición rapsódica para violín y piano, encargo de la violinista Jelly d'Arányi, bisnieta del gran Joseph Joachim. La obra original era para violín y piano, con una extensión adicional para este llamada luthéal (que hace que pueda sonar como un cimbalón). Ravel hace uso de melodías de Europa oriental, o por lo menos las evoca, sin ningún tipo de interés expreso por lo folklórico. De lo que sí hace un uso intenso es de los modos y los ritmos tradicionales y le salió así una rapsodia húngara casi en estilo del más puro Liszt, aunque con el tamiz que el siglo XX era capaz de ofrecerle. Hallamos virtuosismo, brillantez, armónicos destacables y momentos que casi nos arrastran debido a su fuerza y a ese permanente perpetuum mobile.

La partitura (para violín y piano) de la obra puedes descargarla aquí.

La interpretación es de Itzhak Perlman (violín) y la Orquesta Filarmónica de Nueva York dirigida por Zubin Mehta.

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