El bien supremo de los mortales

Supremum est mortalibus, Dufay

¡Feliz martes! Título poderoso para una obra no menos impresionante. El maestro de hoy era toda una autoridad en la época medieval, de esos que son referencia. La música de esa época creo que todavía nos resulta novedosa porque no terminamos de acostumbrarnos a los modos, aún algo alejados de la tonalidad habitual. Sin embargo, esos sonidos nos fascinan tanto que no podemos dejar de escucharlos.

Guillaume Dufay

Nos acompaña hoy Guillaume Dufay (1397-1474), compositor belga nacido en Beersel. Empezó como simple niño de coro en la catedral de Cambrai en 1409 y terminó siendo la figura más importante de su tiempo, que llegó a colaborar con Donatello y Brunelleschi. Se formó con Malin y Loqueville y desde joven mostró un talento precoz. Estuvo al servicio de los Malatesta en Pésaro. El fallecimiento de su madre hizo que tuviese que viajar a su Bélgica natal pero luego volvió a Italia, despidiéndose de su tierra en una obra autobiográfica. Volvió a Cambrai en 1439 y allí se quedó, haciendo viajes esporádicos a Italia, como aquel en el que se dedicó el altar de Donatello en Padua. Cuando murió era un hombre relativamente rico, dejando como legado una buena cantidad de joyas, dinero e incluso su propia música para sus funerales.

Vamos a escuchar su motete Supremum est mortalibus. Utiliza ampliamente la técnica del fabordón, es decir, con el cantus firmus apareciendo en la voz superior. Las otras lo adornan hasta el punto que llega a ser has difícil reconocerlo. La voz inferior se mueve de forma paralela, en parte contra la superior. A pesar de la aparente complejidad técnica, el efecto es transparente, con las cuartas paralelas resonando a lo largo de toda la obra. En cualquier caso, la obra tiene cierto halo de impenetrabilidad ya que Dufay se las apaña para ocultar todos los sentimientos de esta impresionante composición que podemos catalogar entre sus motetes isorrítmicos, característica solo presente en la voz de tenor. Fue compuesta en 1433 con motivo de la llegada a Roma del rey Segismundo con motivo de la Paz de Viterbo.

La partitura de la obra puedes descargarla aquí.

La interpretación es del Cantica Symphonia.

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