Una canción
¡Feliz lunes! Bueno, en realidad vamos a escuchar una canzon que no es lo mismo que una canción normal. Por tanto, vamos a remitirnos a épocas más antiguas en las que la música florecía especialmente y de una forma distinta a la actual.
Hoy tendremos la música de Girolamo Frescobaldi (1583-1643), compositor italiano nacido en Ferrara. Pudemos afirmar que era uno de los grandes organistas y compositores de finales del renacimiento y comienzos del barroco. Es bastante probable que su primer maestro fuese su propio padre, quien parece ser que también era organista e inculcó a su hijo el gusto por el instrumento. El talento del niño Girolamo era tan inmenso que fue puesto bajo el discipulado de Luzzasco Luzzaschi, organista de la corte y también reputado compositor. Con solo catorce años accedió al puesto de organista en la Academia della Morte en Ferrara. En 1599 viajó a Roma y también allí fue un organista que tenía una gran fama. En 1607 se marchó a Flandes y se quedó en Bruselas casi un año. A su regreso a Roma ocupó el puesto de organista de la Capilla Julia en San Pedro del Vaticano.
La obra suya que vamos a escuchar se titula Canzona detta la Bianchina. Fue publicada en la colección Canzoni da sonare a una, due, tre et quattro que data de 1634. No es más que una suerte de variaciones sobre una melodía popular, en este caso para dos instrumentos sopranos. Esos instrumentos son los que cantan, se entrelazan y se responden entre sí, de forma que nos arrastran con sus ritmos y nos maravillan con la propia melodía.
La partitura de la composición puede descargarse aquí.
La interpretación es de New Trinity Baroque.