¡Feliz miércoles! La compositora que te traigo hoy, felizmente viva, compone siempre sus obras con un cierto halo de misterio. Así en una primera escucha, puede resultar algo complicada de acceder pero sí es cierto que sus composiciones tienen una riqueza muy particular. Dentro de la vanguardia más actual, la maestra de hoy nos recompensará con una obra que tiene todo su estilo y que seguro que no te dejará indiferente.

Me estoy refiriendo a Kaija Saariaho (1952), compositora finlandesa nacida en Helsinki. Alex Ross cuenta que cuando era joven la compositora tenía una fuerte inseguridad. Su profesor le pedía que se colocase delante de un espejo diez veces al día y se repitiese: «Puedo hacerlo». A pesar de todo, sus objetivos estaban claros, así como el tipo de música amplia que quería conseguir. Empezó consiguiéndolo en París con Pierre Boulez y otros maestros. Su música se fue haciendo cada vez más complejas con extremos que van del sonido puro al ruido también puro. El elemento visual también está muy presente en sus partituras, especialmente en los títulos que elige para ellas y sus partes. Confiesa que no trata de buscar metáforas cuando compone porque estas afloran a su mente. La luz le produce una gran inspiración y a veces concibe la orquesta mediante destellos de luz, a modo de sinestesia.

Es posible que todo esto pueda apreciarse en Du cristal, composición de 1989 para gran orquesta. Esta obra forma un díptico con otra y el último trino del chelo en la de hoy enlaza con la siguiente porque es su primer sonido. En título de ambas está tomado de una obra de Henri Atlan. La de hoy fue un encargo de la Filarmónica de Los Ángeles y del Festival de Helsinki. Dentro de la orquesta aparece un sintetizador aunque Saariaho confiesa que tiende a usar la orquesta entera como si de uno se tratase. No encontraremos ni melodía ni polifonía en el sentido tradicional de las palabras, aunque hay un atisbo de ellas gracias a las texturas, los gestos líricos y la presencia de detalles individuales. La armonía tiene el sustento en el acorde inicial, que se va diseccionando en los primeros minutos de la composición. La orquesta se despliega hasta que la erupción sonora aparece. Impresionante.

La interpretación es de la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles dirigida por Esa-Pekka Salonen.